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Pastor, tengo una inquietud...

Pastor, tengo una inquietud

Mientras habla un miembro y su pastor acerca del cristiano carnal, parte de la conversación podría ir así:
Miembro: Pero, ¿no podemos pensar que mi hermano todavía está en la fe como cristiano carnal?
Pastor: Pues... en verdad creo que la idea del cristiano carnal no es bíblica.
Miembro: ¿No es bíblica? Pero, ¿no dijo Pablo que los creyentes de Corinto eran “carnales”? (1 Cor. 3:3)
Pastor: Sin duda que lo dijo. (Foto: George Redgrave/flickr)

 

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Pastor, tengo una inquietud... ¿será verdad lo del cristiano carnal?

LA ESCENA: Un pastor está en su oficina hablando con una señora que es miembro de su iglesia.

PASTOR: Hermana, me alegra su visita. ¿En qué puedo ayudarle?


MIEMBRO: Gracias pastor. Es que tengo una inquietud. Tengo un hermano que llegó a conocer al Señor hace unos treinta años, cuando estábamos en el bachillerato. Él estaba asistiendo a unas reuniones de jóvenes en una iglesia evangélica, cerca de nuestra casa. Una noche oró con uno de los pastores para recibir al Señor en su corazón. Después mi hermano me invitó también a las reuniones y fue allí cuando conocí a Cristo.

PASTOR: Gracias al Señor.

MIEMBRO: Pero después de un año, mi hermano dejó de asistir a la iglesia. Estaba metido en una relación con una amiga que no era creyente. Después de poco ella quedó embarazada. Los pastores de la iglesia hablaron con mi hermano, diciéndole que debía arrepentirse y volver al Señor... y claro, él reconocía que había pecado, pero no quería volver a la iglesia, ni tener contacto con los hermanos. Después tuvo otra novia. Se casaron, pero duró como ocho años y se divorciaron. Y ahora vive con otra mujer. Dice ser creyente, pero no asiste a una iglesia. Dice que en las iglesias hay mucho negocio y por eso es mejor adorar a Dios a su manera.
Ay pastor... yo no sé. Me duele mucho. Y yo no sé qué pensar. ¿Mi hermano es creyente o no? Aceptó a Jesucristo, pero vive en desobediencia al Señor.

PASTOR: Pues hermana, lo siento. Seguro que esto le ha estado doliendo por muchos años.

MIEMBRO: Sí. Y no se ni cómo debo hablarle. Tengo amigas cristianas que me aseguran que él es salvo, solo que es un cristiano carnal. Dicen que él ha aceptado a Cristo como su Salvador, pero todavía no lo ha aceptado como Señor. Él también dice lo mismo. Reconoce que anda en desobediencia, pero dice ser creyente. Y francamente me tiene muy confundida. Yo no sé qué responder. No puedo decirle que perdió la salvación, porque como usted dijo en el sermón el domingo: un cristiano verdadero nunca puede perder su salvación.

PASTOR: Y eso es cierto. No es cuestión de saber si su hermano ha perdido la salvación, sino de saber si la experiencia que tuvo en su juventud fue realmente obra del Espíritu Santo.

MIEMBRO: Si... yo sé. Me he preguntado lo mismo. Me pregunto si la noche que el hizo la oración fue una obra de Dios en su vida o solo un momento en que se lo llevaron las emociones.

PASTOR: Hermana, la Biblia enseña que si la conversión es una obra del Espíritu Santo siempre será acompañada por una señal.

MIEMBRO: Sí, ¿Cuál?

PASTOR: …la perseverancia. Las escrituras son claras. Todos los que han nacido de nuevo por el Espíritu perseveran en la fe, hasta el fin. Claro, no quiere decir que nunca pecan. Aún los creyentes verdaderos pecan, a veces en una manera grave, pero los verdaderos siempre se arrepienten y siguen en la carrera, luchando contra las tentaciones. Esta perseverancia en la fe es por la obra de la gracia de Dios en sus vidas. Dios guarda la fe de sus hijos para que terminen la carrera. El apóstol Pedro escribió, “sois guardados por el poder de Dios mediante la fe para alcanzar la salvación que está preparada” (1 P. 1:5). Pablo reafirmó lo mismo con los creyentes de Tesalónica cuando dijo que Dios era fiel y lograría en ellos la obra de la santificación y que los iba a guardar en su ser, espíritu, alma y cuerpo para la venida del Señor Jesucristo (1 Tes. 5:23-24). Los verdaderos hijos de Dios siempre perseveran en la fe. Y perseveran porque la gracia de Dios obra en ellos para que no abandonen la fe. Cuando un “hermano” abandona la fe no es porque esté perdiendo la salvación; es porque desde un comienzo no la había tenido. Como dice el apóstol Juan en su primera carta, “Salieron de nosotros pero no eran de nosotros: porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros: pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros.” (2:19). Este versículo aclara dos cosas. Primero, afirma que los creyentes verdaderos perseveran, y, segundo, revela porqué ciertas personas no continúan en la fe: ¡porque nunca fueron del pueblo de Dios! Profesaron tener fe, pero abandonaron el camino.

MIEMBRO: Pero, ¿no podemos pensar que mi hermano todavía está en la fe como cristiano carnal?

PASTOR: Pues... en verdad creo que la idea del cristiano carnal no es bíblica.

MIEMBRO: ¿Cómo? ¿No es bíblica? Pero, ¿no dijo Pablo que los creyentes de Corinto eran “carnales”? (1 Cor. 3:3)

PASTOR: Sin duda que así lo dijo.

MIEMBRO: ¿Entonces?

PASTOR: Hagamos esto... hablemos por un momento en cuanto a lo que el Señor Jesús enseñó en cuanto al asunto y después volvemos al pasaje de 1 Corintios.

MIEMBRO: Sí, está bien.

PASTOR: El Señor y los apóstoles fueron muy claros con respecto a que las vidas de los creyentes verdaderos serían marcadas por cambios. El creyente mismo puede examinarse y ver que hay fruto, o evidencia, de la presencia del Espíritu Santo en su vida. Si no hay fruto, no hay Espíritu Santo. Pablo exhortó a los corintios “examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos” (2 Cor. 13:5). Es muy sano que el creyente que anda mal cuestione si su conversión fue genuina o no. Si anda en desobediencia debe arrepentirse y mostrar frutos se arrepentimiento. Esto le proporcionará seguridad de que Dios está obrando en él.

MIEMBRO: Si pastor, esa es precisamente mi inquietud. ¡No he visto fruto en la vida de mi hermano! ¿Quiere decir esto que no es salvo?

PASTOR: Tal vez sea mejor que yo lea unos versículos y deje que usted saque su propia conclusión. ¿De acuerdo?

MIEMBRO: Si, de acuerdo.

PASTOR: Miremos lo que el apóstol Juan dice en su primera carta, “El que dice: Yo conozco al Señor y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él. El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo” (1 Jn. 2:5-6). El Señor predicó que el árbol se conoce por sus frutos (Mt. 7:20, 12:33). Quería decir que los verdaderos creyentes se pueden reconocer por sus obras. “Todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos.” Dijo, “el buen árbol no puede dar malos frutos” (Mt. 7:17,18). En otras palabras, la persona cuya vida se caracteriza por obras de desobediencia no debe consolarse de que su alma está segura en Cristo. Al contrario, solo tiene la advertencia de que será “cortado y echado en el fuego” (Mt. 7:19). El apóstol Juan afirmó lo mismo en su primera carta. Es por su conducta que los creyentes falsos se pueden distinguir de entre los verdaderos: “El que practica el pecado es del diablo” (1 Jn. 3:8) pero “todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado” (1 Jn. 3:9). Un cambio de conducta es evidencia del nuevo nacimiento: “sabed que todo el que hace justicia es nacido de él” (1 Jn. 2:29).

MIEMBRO: Pero pastor, no entiendo, en los sermones usted dice que la salvación es por gracia, no por obras. ¡Pero ahora me dice que tengo ser perfecta para ser salva!

PASTOR: Perdóneme, hermana. Creo que no me explico. Jamás quiero decir que el pecador se salva por obras. Como dijo, la salvación es por la gracia... por la gracia mediante la fe, y no por obras (Ef. 2:8-9) porque por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él (Ro. 3:20). Pero permítame explicar, y este punto es clave, las obras de justicia, aunque no ganan para nosotros la salvación sí demuestran si realmente la tenemos. ¿Capta la diferencia? Los cambios de conducta no son los requisitos para ser salvo, sino las evidencias de ser salvo.

MIEMBRO: Pues... sí… comprendo. Las obras sirven para afirmar si la fe es genuina o no. Es como dice en Santiago, la fe sin obras es fe muerta.

PASTOR: Exacto. Es que las personas que el Espíritu Santo regenera siempre producen frutos. Claro, no queremos decir que serán perfectos y sin pecado. En la misma primera carta de Juan, el apóstol nos recuerda, “si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos” (1 Jn. 1:10). Pero cuando los cristianos pecan, llevan sus pecados en confesión a aquel quién es fiel y justo para perdonarlos (1 Jn. 1:9), miran al que aboga por ellos delante del Padre (1 Jn. 2:1) y descansan en su misericordia. Renuevan esfuerzos en la lucha con el pecado y andan en el camino que los lleva hacia la santidad (1 Jn. 3:3). Por lo tanto, cuando Juan dice “el que practica el pecado es del diablo” no quiere decir que los creyentes nunca pecan, sino que no tienen un estilo de vida pecaminoso. Juan está hablando de los que practican el pecado. De igual manera, el Señor reconocía que sus seguidores pecan, pero la idea de que un seguidor suyo pudiera existir en un estado de constante carnalidad era totalmente ajena a su predicación. Dijo que la marca para saber quiénes realmente eran de él es: “el que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama...el que me ama, mi palabra guardará: y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él...el que no me ama, no guarda mis palabras.” (Jn. 14:21, 23-24). ¿Qué diremos pues de los que no someten sus vidas a Jesucristo?

MIEMBRO: que no le aman.

PASTOR: Y como las Escrituras declaran, “el que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema” (1 Cor. 16:22).

MIEMBRO: Eso es duro.

PASTOR: Bastante. Una vez Cristo hizo la pregunta, “¿Quiénes son mis hermanos, hermanas, y madre?” Su respuesta fue, “Aquellos que hacen la voluntad de mi Padre en el cielo” (Mt. 12:48-50). Entonces, ¿qué de la persona que vive en desobediencia a la voluntad de Dios?

MIEMBRO: No pertenece a la familia de Jesucristo.

PASTOR: En la parábola de la casa sobre la roca, ¿quiénes serán salvos en el día de juicio?

MIEMBRO: Los que oyen sus palabras y las hacen. (Mt. 7:24)

PASTOR: Y, ¿quiénes perecerán?

MIEMBRO: Los que no las hacen. (Mt. 7:26)

PASTOR: Miremos Mateo 7:21. El Señor dice que “no todo aquel que me dice Señor, Señor, entrará en el reino.” ¿Quiénes entrarán entonces?

MIEMBRO: Solo “el que hace la voluntad de mi Padre.”

PASTOR: Según Hebreos 5:8-9, ¿para quiénes es Cristo es el autor de la eterna salvación?

MIEMBRO: Para “todos los que le obedecen.”

PASTOR: Pasemos a 1 Juan 2:17. “El mundo pasa, y sus deseos”, pero alguien permanece para siempre. ¿Quién es?

MIEMBRO: “el que hace la voluntad de Dios.”

PASTOR: Miremos el capítulo uno y el versículo siete. ¿Qué nos da confianza que la sangre de Jesucristo nos limpia de nuestros pecados?

MIEMBRO: “Si andamos en la luz."

PASTOR: ¿y el supuesto creyente que no anda en la luz?

MIEMBRO: Pues, parece que no puede tener esa confianza.

PASTOR: Hablemos un momento en cuanto a los creyentes que no participan en la vida de la iglesia. Cristo dice en Mateo 25 que un criterio según el cual juzgará a las personas será el trato que daban a sus seguidores. Dirá a muchos, “En cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños (un hermano de la fe), tampoco a mí lo hicisteis” (Mt. 25:45-46). Ahora, ¿qué diremos pues de la persona que dice ser cristiana, pero no le da importancia a la comunión con los hermanos en la iglesia?

MIEMBRO: Jesús lo ve como si no quisiera estar con Él.

PASTOR: Bien dicho. Y según el versículo, ¿cuál es el fin de los que no se involucran en el bien de los hermanos en la fe?

MIEMBRO: “E irán estos al castigo eterno...”

PASTOR: Es como dice en 1 Juan 3:14, “sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte."
MIEMBRO: (Empieza a llorar.) Pastor... esto es como un retrato hablado de mi hermano. En su vida no hay fruto. No hay sumisión a la palabra. No hay interés por el bienestar del pueblo de Dios. ¿Qué va a ser de él?

PASTOR: Hermana, creo que lo mejor para su hermano en este momento es darse cuenta de que su vida mundana refleja una grave situación espiritual. Necesita arrepentirse y buscar al Señor. La Biblia es muy clara en este punto: aquellos que rehúsan el señorío de Cristo sobre sus vidas, no tienen base ninguna para creer que sus almas estén a salvo en el evangelio. Con tales personas tenemos que hablar la verdad en amor. La cosa más dañina que le podemos hacer es decirles que son salvas a pesar de su desobediencia. Eso solo hace que estén más cómodos en el camino a la perdición. Es para su bien que sus pastores, amigos y familiares deben hablarles la verdad en amor... para que, ojalá, les hagamos volver del error de su camino y salvemos de muerte sus almas. Aquellos que dicen que este es un evangelio legalista no han prestado atención a las palabras de Juan el Bautista dirigidas a un público que se presumía creyente: “haced frutos dignos de arrepentimiento” (Lucas 3:8). Para el Bautista el arrepentimiento no solo consistía en una mera oración, también era un cambio de estilo de vida. Descuidar esta amonestación tiene consecuencias trágicas: “antes si no os arrepentís, todos pereceréis” (Lc. 13:5). La teoría del cristiano carnal, entonces, sirve para dar una falsa confianza a personas que, para su propio bien, no deben tener esa confianza. Es un concepto relativamente nuevo en la iglesia que se basa en el versículo que mencionó: 1 Corintios 3:3 “vosotros sois carnales”. Un teólogo estadounidense llamado Lewis Sperry Chafer publicó un libro en 1918 llamado El que es Espiritual. Basándose en este versículo, escribió que hay dos clases de cristianos: los espirituales y los carnales. Sorprendió a muchos, porque hasta ese momento la iglesia protestante no había enseñado tal paradigma. Ahora, no quiero decir que Chafer fuera un hereje. No. Era un hombre de la fe que escribió muchas cosas para beneficio de la iglesia. Pero se equivocó en este punto y desafortunadamente su idea del cristiano carnal está haciendo daño en las iglesias hoy día, creando un ambiente en que miles de personas están en los registros de membresía a pesar de que no han asistido por años. O a pesar de que sus vidas se caracterizan por egoísmo, apatía, orgullo, adulterio, fornicación, engaño, lascivias, pereza, herejías, y todo lo demás que uno quiera. Porque según la teoría, “No importa el estilo de vida. Si ha hecho la oración del pecador, uno tiene a Cristo en su corazón.”
Entonces, ¿cómo entendemos 1 Corintios 3:3? Cuando Pablo dice a los corintios que son carnales no quería decir que los hermanos de Corinto existían en un estado de desobediencia e incredulidad. Anteriormente los felicita por su confirmación en la fe (1 Cor. 1:6-8). Lo que quiere decir es que estaban actuando en una manera carnal. Los versículos siguientes aclaran que se refiere específicamente a la práctica de formar partidos políticos en la iglesia (1 Cor. 3:4-5). Además, vemos después en su segunda carta que ellos se habían arrepentido de sus actitudes y sus acciones carnales (1 Cor. 7:6-10,15). No siguieron en su carnalidad. No pasaron sus vidas en un estado carnal. Decir que este pasaje enseña que un creyente puede hacer tal cosa es distorsionar descuidadamente el texto.

MIEMBRO: Ya veo.

PASTOR: Hermana. Yo sé que todo esto es difícil...

MIEMBRO: Sí, pastor. Es muy difícil. Pero... ¿sabe qué? Lo que me está diciendo es lo que he sospechado por todos estos años sin querer reconocerlo. Pero tiene razón. Si el Señor mismo dijo que el árbol se conoce por sus frutos ¿quién lo va a negar?

PASTOR: Pues, de verdad anhelo que su hermano experimente la gracia de Dios en su alma y se arrepienta un día pronto. Voy a estar pidiendo por la obra del evangelio en su corazón y que vuelva a la iglesia muy pronto. Si gusta, esta misma semana lo visito y lo invito.

MIEMBRO: Si, eso me gustaría mucho. Pastor, muchas gracias por su tiempo. Esta charla me ha puesto triste, pero ahora tengo más paz al ver lo que la Biblia dice. Ojalá se lo pueda explicar a mi hermano.

PASTOR: Cuenta con mis oraciones. Sabiduría para usted y la obra del Señor para su hermano. Que Dios les dé su gracia.

 

 

Para una consideración más profunda de estos temas, se recomiendan los libros:
El Evangelio Según Jesucristo. por John F. MacArthur.
¿Qué Debemos Pensar Del Cristiano Carnal? por Ernest C. Reisinger.
El Verdadero Evangelio Del Cristianismo -versus- El Evangelio Falso Del Cristiano Carnal, por L.R. Shelton .

Que Dios siga bendiciéndole en todo, y nuevamente nos ponemos a sus órdenes.
Atentamente, su servidor en Cristo, Eugenio Line.

 

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