Al respecto, recuerdo a una madre que quería favorecer a su hija, a como diera lugar, lo cual incluyó acercarse a dos misioneros para que oraran por ella. Pidió consejo porque su hija tenía dificultades para entrar a una institución del estado, a donde ella quería que ingresara… (Foto: wikipedia)
“¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré”. Isaías 49:15
Dios dotó a la mujer con un talento extraordinario para favorecer a sus hijos. Ellas tienen un afecto único por el fruto de su vientre. Sin embargo, tal disposición, dependiendo del estado espiritual de la madre, puede ser de bendición o de maldición para sus hijos. Si una madre está separada de Cristo, por la carencia de vida espiritual, termina siendo un peligro real e inminente para sus hijos.
Una madre, separada de Cristo, solo busca lo temporal y lo terrenal para sus hijos. Para ella lo espiritual es secundario, si es que ocupa algún lugar. Lo importante es que su hijo “sea alguien en esta vida”; todo su esfuerzo está volcado hacia lo físico e intelectual. Esta madre se siente realizada si logra “sacar a sus hijos adelante”, si ellos, por ejemplo, alcanzan un título universitario, si se hacen famosos, o si son importantes. Para lograr tal objetivo llegan hasta a hacer cosas en contra de Dios.
Con relación a la vida espiritual de sus hijos, no es que esté desinteresada, incluso puede considerar este aspecto como prioritario, pero por la ausencia de la vida espiritual en ella, inducen a sus hijos a prácticas incorrectas o a religiones de aparente piedad. Muchas de ellas no solo arrojan a sus hijos a los brazos de los maestros falsos, sino que promueven que estos se conviertan en tales.
Al respecto recuerdo a una madre que quería favorecer a su hija, a como diera lugar, lo cual incluyó acercarse a dos misioneros para que oraran por ella. Pidió consejo porque su hija tenía dificultades para entrar a una institución del estado, a donde ella quería que ingresara. La madre les explicó lo que se proponía hacer para que su hija fuera admitida en la institución. Todo su plan consistía en una serie de mentiras, incluyendo documentos falsos. Los misioneros, además de los consejos bíblicos, le advirtieron sobre los peligros de mentir, le dijeron que el padre de la mentira es Satanás y que por tanto mentir es adorarlo. En ese momento esta madre, que en realidad solo buscaba que se orara para que sus planes funcionaran, dijo: “pues si tengo que adorar a Satanás para ayudar a mi hija, lo voy a hacer”. Se que la mayoría de las madres que no tienen a Dios no llegarían a decir lo que esta madre dijo, pero sí harían lo que ella hizo, y no solo eso, sino muchas otras cosas contrarias a las Escrituras.
A otra madre, descrita en la Biblia, le importaba mucho que su hijo fuera victorioso: era la madre de Sísara. Él fue un enemigo de Israel, comandante del ejército del rey Jabín, de Canaán. Este hombre, acostumbrado a robar y saquear, era esperado por su madre, y ella celebraba sus delitos; no le importaba el daño y el sufrimiento que su hijo causaba a otras personas, lo único que quería es que él fuera “victorioso”, (Jueces 4-5). Pero Jehová quebrantó a Sísara y a todo su ejército y ellos murieron.
El tercer ejemplo es el de la mujer que es considerada como la más perversa en la Biblia: Jezabel; y también hay que incluir a su hija, Atalía. Jezabel fue una princesa sidonia, esposa de Acab, rey de Israel. Ella oficializó el culto pagano del dios Baal en Israel, e indujo a Acab a hacer lo malo muchas veces. Además, enseñó a su hija Atalía a seguir sus pasos. Atalía, tal como su madre, cuando se casó con el hijo de Josafat, rey de Juda, incitó a su esposo a la perversidad; y cuando su hijo llegó a ser rey, ella le aconsejaba a actuar impíamente, (1 Reyes 21. 2 Crónicas 21-22).
Sin duda todas estas madres sentían en su corazón que amaban a sus hijos, y sus hijos también lo consideraban así, pero los hechos indican todo lo contrario. La madre que afirma amar a sus hijos, más lo demuestra actuando en contra de lo que dice la Palabra de Dios, lo único que en realidad está demostrando es odio, primero hacia Dios, pero también en contra sus hijos.