8. La calamidad de los balones verdes

8. La calamidad de los balones verdes

¡Ay no! ¡Qué desastre! Tenía una cita con el señor Fogabaste esta mañana a las 9:00 para venderle unos balones que él quería, y ustedes no se imaginan todas las tragedias que me pasaron.

 

 

Primero que todo, se suponía que tenía que levantarme a las seis para poder arreglar la casa, desayunar, bañarme, vestirme, y estar lista para salir a las 7:30 a.m. Pero como soy tan inteligente, en vez de poner mi despertador para las seis de la mañana lo puse para las seis de la tarde, y cuando por fin me desperté por mi misma, eran las 8:00 a.m. ¡Qué angustia!

 

Calamidad

 

Logré alistarme y salir faltando un cuarto para las nueve, pero me quedé sin desayunar. Iba con tanto afán que no miré bien en qué autobús me subía y cuando me di cuenta estaba perdidísima. Me bajé a preguntar en una tienda y me dijeron por dónde debía ir, pero de todas formas tuve que devolverme a la casa, ya para colmo de males me había olvidado de traer los balones para el señor Fogabaste.

 

Calamidad

 

Llegué a casa, entré volando, agarré la primera bolsa de balones que vi, y salí a toda a subirme en otro autobús. Claro, ya estaba súper atrasadísima. Me dolía la cabeza, tenía el pelo todo parado. ¡Qué horror! Cuando por fin llegué al edificio de la oficina del señor Fogabaste, descubrí que el ascensor estaba fuera de servicio y que me tocaba subir 14 pisos a pie, ¡Uf! ¡Puf! ¡Uf! Ya iba llegando al piso once cuando, sin querer, solté la bolsa y se me fueron todos los balones para abajo.

Me tocó bajar hasta el primer piso, recoger los balones y volver a subir. ¡Pobrecitas mis piernas! Por fin llegué, cansadísima y muerta del susto porque llegaba tan tarde y de seguro don Fogabaste iba a estar furioso. Efectivamente el mal genio era tal, que le salía humo por las orejas.

 

Calamidad

 

"B-b-buenas tardes d-d-don Fog-g-ga-baste", le dije, "Aquí le t-t-traigo l-l-los b-b-b-balones verdes q-q-q-que me había p-pe-dido".

"¿Balones VERDES?", me gritó. "¡Pero qué le pasa, si yo a usted le había pedido balones azules, y que me los trajera a las nueve de la mañana no a las tres de la tarde!"

 

Calamidad

 

Me tocó escaparme rápido y ahora tengo que volver mañana para llevarle los balones azules. ¡Qué día tan horrible! Todo me salió requeté mal, mal, mal. Me equivoqué, se me olvidaron las cosas, en fin, ¿qué no hice? Y todo me salió mal, muy pero muy mal. ¡Cómo me gustaría ser perfecta! ¿Perfecta? De pensar en todo lo que me pasó hoy, casi se me olvidaba que les quería contar otra cosa más acerca de Dios.

Quería contarles que Dios es perfecto. Él nunca se equivoca, nunca hace nada malo, nunca se le olvidan las cosas, nunca llega tarde. Mejor dicho, todo siempre le sale bien. Todo lo que hace es perfecto. Él nunca falla. Nunca ha cometido ni un solo error. Es perfecto... y es el único que es perfecto.


 

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