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Toda la verdad - 13 (4 páginas)

Toda la verdad 13

¿Cuál debe ser nuestra actitud ante Dios, es decir, nuestro estado de ánimo en su presencia o en cuanto a Él? Hay muchas formas en que pudiéramos responder a la pregunta, pero en este escrito, nos enfocamos en dos que son algo difíciles de expresar al tiempo... (Foto: Paul O'Rear/Flickr)

..., pero que son mandadas por Dios como necesarias siempre y onstantemente. Se trata por un lado de amar a Dios, y por el otro de temer a Dios. Nos cuesta quizás unir estos dos conceptos en nuestra lógica. Es otro caso, pues, en que tenemos que tener en cuenta TODA LA VERDAD si queremos seguir la Biblia y agradar al Señor en nuestras meditaciones sobre Él y en nuestros enfoques al tratar con Él.

Para orientar nuestra reflexión sobre el tema, miremos el libro de Deuteronomio. Comencemos en Deuteronomio 6:5, en el cual encontramos por primera vez el gran mandamiento. Amarás al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza. Al seguir leyendo el mismo capítulo, el vs 13, leemos la frase, Temerás sólo al SEÑOR tu Dios; y a Él adorarás… Como explicación de lo que significa “temer al Señor”, leemos en el mismo capítulo, Deuteronomio 6:17, 24 que Dios exige que guardemos sus mandamientos. "Ustedes deben guardar diligentemente los mandamientos del SEÑOR su Dios, y Sus testimonios y Sus estatutos que te ha mandado. Harás lo que es justo y bueno a los ojos del SEÑOR, para que te vaya bien…, (también Deuteronomio 6:17, 18). Ambas emociones, amor y temor, son mandados en el mismo capítulo.

Siguiendo la lectura, en Deuteronomio 10:12, ambas emociones, temor y amor, se presentan en el mismo versículo, seguido por la exigencia de guardar los mandamientos de Dios como expresión de las dos. Nuevamente en Deuteronomio 11:1, “Amarás, pues, a Jehová tu Dios”, y en seguida, “y guardarás sus ordenanzas, sus estatutos”, etc. Tome en cuenta también Deuteronomio 6:13, 22, Dios exige el amor de su pueblo redimido. En Deuteronomio 13:3, 4, donde encontramos combinados amor y temor y la obediencia a los mandamientos. Como un aparte, fíjese que esto del capítulo 13 presenta lo mismo, explicando la prueba que a veces Dios nos da, la de la presencia de profetas falsos en nuestro medio. Cultivar el temor y el amor a Dios es una defensa contra las falsas enseñanzas. El castigo que Dios anuncia sobre el falso es con el fin de que su pueblo tema, Deuteronomio 6:11. Hace pensar en aquel castigo ejemplar que cayó sobre Ananías y Safira según Hechos 5. Mire especialmente Deuteronomio 13:11. Adicional a lo del capítulo 13, mire el capítulo 19, del 18 al 21.

El gran mandamiento es repetido en Deuteronomio 30:6, 20. Este amor a Dios se expresa mediante obediencia a sus leyes. Tomemos nota que en todo lo que Dios impone como deber sobre su pueblo, es con el fin de que les vaya bien y que tengan alegría y bendición, Deuteronomio 30:19-20. Es con el fin de que temiendo a Dios, bajo su favor, no tengamos que temer a nuestros enemigos, Deuteronomio 31:6-8. En el contexto de todos los capítulos de Deuteronomio, aprendemos cómo somos y cómo actuamos si tememos al Señor, o si no tememos al Señor.

Por ligereza o desatención, muchas veces, en lugar de retener los dos conceptos que nos parecen encontrados, cometemos el error de escoger ahora uno, ahora otro de los dos, y ordenamos nuestra vida de acuerdo con el escogido, únicamente. Lo hacemos sin mantener a ambos conceptos vigentes siempre en toda la plenitud de cada uno.

Por lo regular, nos gusta más la idea de amar al Señor que la de temerle. Tenemos la idea sin duda correcta de que Dios es amor, que es benigno, misericordioso, Dios de gracia, y de mucha paciencia. Leemos en 1 de Juan que el amor perfecto echa fuera el temor (1 Juan 4:18). Nos han dicho quizás, que con la llegada de Jesucristo, el Nuevo Testamento nos presenta un cuadro de Dios un tanto diferente de lo que hace el Antiguo. Juan 3:16 predomina en nuestro pensamiento. Dios es amor, dice 1 Juan 4:9. Pero, al leer toda la primera carta de Juan, encontramos que si efectivamente debemos amar a Dios, a la vez debemos guardar sus mandamientos (1 Juan 5:2-3), igual como Deuteronomio habla de temer a Dios y guardar sus mandamientos. El Nuevo Testamento sin duda mantiene la idea de temer a Dios. Busque y lea, por favor 1 Pedro 1:17, Apocalipsis 14:7, y Mateo 10:28. El Nuevo Testamento mantiene la idea del temor a Dios enfatizado en verdad mucho más que en el Antiguo. Las dos ideas de amar a Dios y temer a Dios son ambas necesarias para entender cómo debemos sentir y ser ante Él.

Lo anterior es con el fin de insistir en este escrito, como en otros bajo el título TODA LA VERDAD, que debemos tener en cuenta TODO lo que la Biblia dice. Así es en todo, también en esto de entender cómo debe ser nuestro trato con Dios. Ambas ideas, amar y temer, son necesarias. No es cuestión de una parte de amor al lado de una parte de temor, sino amor completo y temor completo siempre y a la vez. Nos deleitamos en Dios y sentimos plena confianza en su presencia, esto por supuesto mediante Jesucristo y por causa de su obra para quitar nuestros pecados. A la vez, reverenciamos a Dios, andando con todo respeto y cuidado porque en nada queremos ofenderle, pues sabemos que desagradarle es una máxima ofensa contra su majestad y su bondad, y que trae consecuencias duras de disciplinas y castigos, aun si somos sus hijos por la fe en Cristo. ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios viviente! Temamos, a no ser que estemos engañados en cuanto a si creemos en Cristo o no. Véase Hebreos 4:1. Pero le tememos precisamente porque le amamos. El temor no sería un temor correcto sin el amor, ni sería nuestro amor un amor correcto sin nuestro temor de Él.

Permítame hacerle la siguiente pregunta: ¿Cómo le va en el proceso de dominar la Biblia? ¿La conoce lo suficiente como para que cuando esté leyendo sobre una verdad en una parte determinada, le vengan a la mente otros apartes que ayudan a entenderla? Claro, este conocimiento no está completo todavía en ninguno de nosotros. Es una tarea que tenemos que adelantar a través de toda la vida. Aunque hayamos leído toda la Biblia varias veces, fácilmente se nos olvida lo que hemos leído. Tenemos que repasar repetidamente, y tenemos que entender cada vez mejor lo que leemos para que veamos con mayor claridad lo que una parte contribuye a nuestro entendimiento de las otras.

En nuestra lectura y estudio, el Espíritu de Dios en su sabia y constante providencia, es decir, en su control sobre todo, va guiándonos e impactándonos cada día, ya que Él sabe en cuáles circunstancias, peligros, y pecados nos encontramos. No ignora nuestros conflictos y negligencias del momento. Por lo tanto es de esperar que con su Palabra nos ayude a cambiar, a progresar, a crecer en lo que Cristo quiere que seamos para gloria de Dios Padre. Pero, ¿qué si no escuchamos su voz? Es decir, ¿qué si no leemos Biblia? Hablo no de sólo leer por encima sin pensar, sino relacionar lo que se lee con lo demás. Hay que prestar atención al Espíritu de Cristo hablando en las Escrituras. No podemos ser distraídos y tercos en nuestro estudio del texto sagrado. Amar a Dios y temer a Dios quieren decir ocuparnos concentradamente de Él que nos habla, es decir, cuando leemos Biblia o cuando sólo recordamos de memoria lo que hemos leído.

 

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