“Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre,” Daniel 2:44
A Nabucodonosor se le mostró el curso de la historia de manera resumida cuando una imagen compuesta de diferentes elementos, que representaban los grandes imperios, pero en general todos los reinos de la tierra, fue destruida y desaparecida sin dejar rastro por una Piedra que representa el único reino que permanecerá eternamente. ¿Y cuál es ese reino eterno? El Israel de Dios cuyo Rey es Jesucristo. Él dijo: “Mi reino no es de este mundo...” Juan 18:36
Un día ninguna de estas naciones existirá más, ni esta tierra en la cual pisamos, ni este universo que vemos hoy, todo, absolutamente todo dejará de existir. “Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas.” 2 Pedro 3:10 Entonces esta creación dará paso a “…cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia.” 2 Pedro 3:13
¿Y quiénes serán los que estarán allí? Aquellos que eternamente amó y predestinó el Padre, por los cuales Cristo vino a derramar su vida y a resucitar, aquellos que son nacidos de nuevo por el Espíritu Santo, y que son perfeccionados y guardados por Dios hasta el fin. Personas de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas las cuales están siendo llamadas. A ellos Cristo les dirá cuando venga en su gloria: “…Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.” Mateo 25:34
Por lo que creemos y por los frutos que mostramos, sinceramente, con toda honestidad, ¿sí estamos dando evidencia de pertenecer a ese reino eterno?
- ♦ -