¡Hola chicos! ¿Qué les parece si hacemos algo? Estar sentados sin hacer nada es un poco aburridor, ¿no creen? A lo mejor está cayendo un aguacero y sus mamás no los dejan salir a correr ni a jugar fútbol, o tal vez es que hay un montón de adultos en la casa y no quieren que ustedes hagan bulla y los molesten. También podría ser que ya han jugado mucho y están cansados. ¿Será?
¡No señor! Dios no se parece ni esto a una viejita. Pero para que entiendan lo que sí es, les voy a contar el cuento de la viejita Magda.
Diego y Miguel estaban un día sentados en frente de su casa. Cada uno tenía una bolsa grande y negra de esas que se usan para echar basura... pero, ¿qué pasaba? Las bolsas estaban vacías. ¿Por qué?
Por no tener cuerpo, imagínense que Dios puede ser omnipresente. Saben qué es eso, ¿verdad? ¿No?... bueno, entonces, vengan y les cuento. Es aquí así...
Ahora, díganme, ¿qué creen ustedes, habrá en algún pueblito remoto o en la ciudad capital, o en el mundo entero una persona que pueda llegar a saberlo todo?
Muchachos, a mí me quedó sonando algo del capítulo pasado, ¿cómo es que Dios sabe las cosas que pasaron de hace mil años y también las que van a pasar en otros mil años? Acaso, ¿cuántos años tiene? ¿Es que nunca se va a morir?
Conocí una vez un niñito como ustedes que se llamaba Sergio. Sergio tenía el pelo negro, la piel morena, los ojos cafés, y una boca que no hacía sino hablar y hablar. Sus amigos le decían el "Bla, bla, bla". Ahora, los papás de Sergio eran algo extraños. A ellos no les importaba lo que él hacía. Lo dejaban que hiciera lo que se le diera la gana. ¡Y mejor dicho! Qué cosas tan locas las que hacía...
¡Ay no! ¡Qué desastre! Tenía una cita con el señor Fogabaste esta mañana a las 9:00 para venderle unos balones que él quería, y ustedes no se imaginan todas las tragedias que me pasaron.
Les conté que Dios es perfecto en todo, ¿cierto? Una de esas cosas en las que es perfecto es en su santidad, ¿y qué será eso de santidad? Vamos a ver si lo explico con otro cuento.
Así que Dios es perfecto en santidad ¿eh? Pero eso no es todo. También es perfecto en una cosa que se llama fi-de-li-dad. Es perfectamente fiel.
Doña Chocorruta venía manejando su auto muy tranquilita en una linda tarde. Como siempre, cuando iba para la casa, tenía que pasar por el semáforo donde se cruzaba la calle Sema con la avenida Foro. En este día que les estoy contando, le tocó parar porque la luz estaba en rojo.
¿Saben cuántos años tenía Jaime Andrés? Cinco. Su hermano Alex, tenía cuatro. Ellos se parecían a ustedes (me imagino) porque les gustaba muchísimo los dulces y los postres. A veces en la mesa no comían nada. ¡Eran tan vivos! Comían poquito arroz, poquita carne y casi nada de ensalada. La mamá, claro, estaba segura de que se iban a morir de hambre. Pero ella no sabía lo que ellos hacían después de retirarse de la mesa.
Dios también es ira. La ira es un sentimiento muy parecido al enojo. Cuando nos enojamos, es lo mismo que si nos diera ira. ¿Por qué será que Dios se enoja? Él se pone bravo porque nosotros no le obedecemos. Él nos ha dicho bien claro lo que quiere que hagamos, ¿y nosotros? Nosotros somos muy necios. En vez de hacerle caso, hacemos lo que se nos viene en gana. Me hace pensar en la historia de una amiga que se llama doña Motrisca.
Qué raro que Dios pueda amar tanto y a la vez ponerse tan bravo y dar castigos tan terribles, ¿cierto? Pero Dios es así. Él hace lo que Él quiere. Es tan grande, es tantas cosas diferentes a la vez... ¿hay alguien que pueda entender a Dios? No, ni siquiera una sola persona...