Estrategia 3. "Llevar a nuestro hijo al arrepentimiento"
Cuando el hijo llega a la adolescencia gana en independencia. Por lo tanto, perdemos el control sobre él, y esto nos afecta a los padres. Deseamos mantener el control, el poder, para que hagan lo que les pedimos.
Entonces estamos ante la tentación de mantener el control a la fuerza, con palabras ásperas o castigos dramáticos, para tratar de controlar los pensamientos y el comportamiento del adolescente.
Pero este método es contraproducente, pues lo único que esto significa es entrar en una guerra progresiva de poder y control con el adolescente. La vida en el hogar se vuelve un campo de batalla donde el adolescente no querrá estar.
Nuestro objetivo no es mantener bajo nuestro control al adolescente, sino que debemos ser instrumentos de Dios para que ellos se sometan gozosamente a Él.
En lugar de ser agentes de control, debemos ser embajadores de reconciliación. Nuestra responsabilidad es guiar en amor a nuestro hijo, hacia el Señor, con un corazón arrepentido. Como padres, y más como padres cristianos, estamos llamados a ejercer el ministerio de la reconciliación con nuestro adolescente.