El niño Moisés huye de la lluvia, y sin saberlo, se resguarda en un sitio donde están estudiando la Biblia muchos niños. Así comienza este estudio por los diez mandamientos, mucho ánimo para escuchar todos los episodios. (imagen: clker)
Los diez mandamientos. Historia para niños - 1 parte
Se desató de repente en el barrio jardín del sur de la capital una tormenta. Un niño busca refugio en un edificio que tiene una protección sobre la puerta. Estando él parado resguardándose de la lluvia y el viento fuerte, escucha una voz de mujer cantando y luego pidiendo a unos niños que repitan el coro. Ahí ellos comienzan a cantar: “Escuchando pues Jesús nos habla, escuchando para obedecer. Paso a paso con Jesús marchando, Él es quien nos va a defender” El niño disimuladamente miró hacia adentro. La joven profesora que enseñaba lo vio, y le dijo: “Niño, buenas tardes, puedes seguir, entra. Seas bienvenido.” El niño sintió miedo y vergüenza y quiso huir, pero la profesora Sofía, ese era el nombre de ella, salió rápidamente y le dijo: “No te vayas, ven con nosotros, estamos iniciando la reunión bíblica para niños.” El niño miró la amabilidad de la profesora, pero quería salir corriendo. Finalmente entró y se sentó en la última banca.
Le pregunto la profesora: “¿Cómo te llamas?” Como el niño no respondía, dijo ella: “Mi nombre es Sofía, y estos son los niños que también han venido hoy por primera vez a la reunión.” Y dijo a los niños: “Niños, ¿pueden dar el nombre a nuestro último visitante?” Los niños se fueron colocando uno a uno de pie, y daban el nombre. “Mi nombre es Eric” “Mi nombre es Nazario” “El mío Marlén” “Yo me llamo Cristian” El mío es Walter” “Mi nombre es Cecilia” “Mi nombre es Perla” “El mío es Rosita” “El mío Anita” El niño al ver la amabilidad de cada niño dijo: “Mi nombre es Moisés” La profesora dijo: “Qué interesante, el estudio que hoy comenzamos habla de uno de los héroes más grandes de la historia, y él tiene tú mismo nombre. Bienvenido Moisés, entonces no debes faltar a ninguna reunión, ¿no te parece?” Moisés se quedó solo mirando la profesora Sofía.
Como la profesora sabía que ninguno de los niños conocía a Dios, preguntó: “Niños, ¿ustedes creen que son buenos o son malos? Si hoy regresara Cristo, ¿ustedes creen que él les diría venid benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo? O les dirá con enojo como dice en Mt. 25:41. “¿…Apartaos de mi, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles?” Nazario respondió: “Profesora, yo creo que no soy malo. Si Jesús llega, me lleva para el cielo, porque yo soy juicioso, yo le hago caso a mis papitos.” Como Nazario se animó, los otros niños comenzaron a hablar. “profesora, todos los días yo le llevo comida a unos viejitos que no tienen nada, entonces yo creo que no soy mala,” dijo Cecilia. Así cada niño decía las cosas que ellos consideraban buenas y por las cuales pensaban que irían para el cielo. Pero, ¿y Moisés? El solo miraba y escuchaba las cosas que cada niño contaba como buenas. Moisés dijo para sí: “Todos estos niños si se irán para el cielo porque dicen que son buenos, pero yo no tengo nada bueno para contar, entonces yo si me voy derechito para el infierno.” Es que él solo hacia cosas muy malas: peleaba con sus hermanos, era muy rebelde con sus padres, extremamente mentiroso, desaparecía las monedas o billetes de los papás, era envidioso, egoísta, y para colmo de males le gustaba volarse de la casa sin importarle todo lo que, especialmente la mamá sufría por ello. Ahí fue cuando el deseó más que nunca salir de la reunión, pues se veía como caso perdido, ¿para qué quedarse? Ya estaba dispuesto a salir corriendo, cuando la profesora dijo: “Moisés, ¿no tienes nada para contarnos?” Moisés movió la cabeza indicando que no. Y dijo la profesora para todos: “¿y qué tal si les digo que la Biblia dice que ni ustedes ni yo ni nadie en el mundo somos buenos?: y abriendo la Biblia, pero al mismo tiempo mostrando lo quería leer en una hoja en letra grande dice: “En Ro. 3:12: Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Niños, es Dios quien está diciendo que no somos buenos. Si la humanidad fuese buena, no hubiese sido necesaria la venida de Jesús para salvar a pecadores como nosotros, para eso vino Él del cielo.” Todos los niños estaban sorprendidos de que la profesora les dijera que no eran buenos, menos Moisés, quien sabía que en verdad de bueno no tenía nada.
La profesora dijo: “Mis amados niños, sé que casi nunca nos consideramos malos, pero ¿quieren saber cómo Dios nos demuestra que somos malos y que por tanto necesitamos obligatoriamente de un Salvador para poder entrar en su reino? “La profesora Sofía abriendo nuevamente su Biblia, y mostrando otra hoja con el versículo escrito dijo: “Ro. 3:20 dice: ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de Él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado. ¿Entendieron?” Los niños se quedaron quietos indicando que no habían entendido nada, entonces la profesora les dijo: “El texto nos está diciendo que nadie se puede salvar por obedecer la ley, porque la ley, es decir los mandamientos los dejó Dios para que al estudiarlos veamos que somos realmente pecadores. Niños, entonces desde hoy vamos a estudiar los mandamientos uno a uno, y al final, si Dios lo permite, ustedes se podrán dar cuenta de que si somos realmente malos. ¿Listos? Pero hoy vamos a escuchar la historia de cómo Dios dio los mandamientos. Los mandamientos están en Ex. 20:3-17 y los vuelve a repetir en Dt. 5:7-21.
La profesora, mostrando unas láminas ilustrativas dijo: “Miles de años antes, Dios le prometió a Abraham una nación especial, esa nación, aunque él tuvo varios hijos, esta vendría por medio de Isaac, su hijo, pero como a Isaac le nacieron dos hijos, a Dios le complació traer tal nación especial por medio de Jacob su hijo menor, a Jacob Dios le cambio el nombre; le puso Israel, nombre que le fue dado a la nación que se formó de él. Jacob tuvo 12 hijos varones y una linda hija. Dentro de los hijos hubo uno llamado José, 10 de los hermanos le tenían envidia y lo odiaban. Ellos lo vendieron como esclavo y fue llevado a Egipto. Después de muchos sufrimientos, Dios hizo que el faraón colocara como gobernador de Egipto a José. José, para salvar su familia del hambre la llevó a Egipto. Allí la familia se multiplicó y con el correr de los siglos terminó convirtiéndose en una nación muy grande, pero ahora como esclavos de los egipcios. Dios había prometido la tierra de Canaán, por tanto, ellos necesitaban salir para esa tierra, pero el faraón, rey de Egipto no estaba dispuesto. Dios hizo que un niño terminara siendo adoptado por la hija del faraón, y ella le puso por nombre Moisés, que significa salvado de las aguas. Él creció y fue el instrumento de Dios para dar a conocer al Dios de Israel en Egipto. Dios con mano fuerte sacó a su pueblo de Egipto y lo condujo hacia la tierra prometida. En ese trayecto hubo muchos obstáculos, uno, el mar rojo, pero Dios lo abrió para que su pueblo pasara, después lo encamino hasta un monte llamado Sinaí. Y estando en el pie del monte, Dios le dijo a Moisés que le dijera al pueblo que se alistara porque Él se les presentaría. Los israelitas se alistaron y Dios se hizo presente, pero ellos no vieron figura alguna. Solo veían fuego, humo, rayos, el monte temblaba y escuchaban un sonido potente que aumentaba de trompeta. Fue desde el monte que Dios les habló con voz tronante los 10 mandamientos.
I. No tendrás dioses ajenos delante de mí.
II. No hacer imágenes ni rendirles culto.
III. No tomar el nombre de Dios en vano.
IV. Guardar el día de reposo.
V. Honrar a los padres.
VI. No matar.
VII. No cometer adulterio.
VIII. No robar.
IX. No Mentir.
X. No codiciar.
Niños, ustedes los pueden leer con más exactitud en casa con sus padres directamente en la Biblia. La tarea de ustedes va a ser esa, leer los 10 mandamientos. Recuerden, ellos están en Ex. 20:3-17 y en Dt. 5:7-21. Y la próxima semana, si Dios quiere nos volvemos a reunir para estudiar un poco sobre el primer mandamiento. ¿Listos? Para terminar nuestra reunión hoy, vamos a volver a cantar el coro que aprendimos al comienzo. Pero vamos a hacerlo con figuras. Cuando cantemos: Escuchando pues Jesús nos habla, colocamos las manitos en el oído en señal de estar escuchando. Cuando cantemos: escuchando para obedecer, vamos a mover la mano derecha hacia arriba y hacia abajo con el dedito índice estirado señalando. Cuando cantemos: Paso a paso con Jesús marchando, vamos a marchar en sitio. Cuando cantemos: Él es quien nos va a defender, movemos la mano derecha para izquierda y para derecha como teniendo un espada en la mano.” ¿Listos? Coloquémonos de pie. Cantemos.” Escuchando pues Jesús nos habla, escuchando para obedecer. Paso a paso con Jesús marchando, Él es quien nos va a defender.”
Todos los niños moraban muy cerca de la sala de reunión. Se despidieron y se fueron. Mas la profesora llamó a Moisés, y le dijo: “Moisés, ¿en dónde vives? No te había visto por aquí.” Moisés dijo: “Yo vivo en otro barrio”, pero él no quería hablar y se alejó rápidamente de la profesora. ¿Saben por qué? Moisés se había escapado de la casa y estaba durmiendo en unos huecos a la orilla de un riacho que queda en el pie de un cerro y él no quería que supieran para que no le avisaran a los padres. La profesora le dijo: “Moisés, te espero la otra semana..” pero Moisés rápidamente desapareció.
¿Volverá Moisés a las reuniones? ¿Los otros niños querrán comprobar que no son buenos? ¿Qué ensenará la profesora Sofía sobre el primer mandamiento? Lo sabremos en la próxima lección, si Dios lo permite. Les ruego que lean con sus papitos los textos de hoy, y los repito: Ro. 3:12; Ro. 3:20, Ex. 20:3-17 y Dt. 5:7-21.
Un abracito para todos y que mi Señor los llene de su sabiduría.
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