“El que camina en su rectitud teme a Jehová; Mas el de caminos pervertidos lo menosprecia” Pr. 14:2 (Foto: taylorandayumi/Flickr)
Algunas características del que teme a Jehová, del que camina en rectitud, son:
• Anhela y busca obedecer en todo, conforme dicen las Escrituras, aun cuando siendo hombre peca. (Sal. 119:18; 1 Jn. 4:3)
• Ya no vive para sí, sino para el Salvador, porque está unido a Él. (Gal. 2:20)
• Desea y busca que Dios sea glorificado. No solo se preocupa por hacer lo que es recto, sino que busca con su rectitud que sea Dios el honrado y no él. (Mt. 5:16; Jn. 3:27-30)
• Sufre sinceramente cuando peca. Cuando viene un pensamiento sucio, cuando se siente tentado a decir o a hacer algo errado, su espíritu se agita, y si cae en la tentación siente morir. (Mt. 26:75; Sal. 32:3-4)
• Experimenta genuino arrepentimiento, evidenciado en el crecimiento espiritual. (Pr.28:13; Sal. 119:67; Fil. 1:6)
Algunas características del que menosprecia al Señor, el de caminos pervertidos, son:
• No necesariamente niega con sus labios al Señor, pero lo que reina en su corazón no es la santidad. (Jn. 12:4-6)
• Vive para sí, por no estar unido a Jesús; aunque sí puede aparentar piedad. (Fil. 2:21)
• Sus acciones son carnales, porque no existe un deseo genuino de que Dios sea el glorificado. Si hace algo externamente correcto, lo hace para buscar su propia gloria. (Mt. 6:2; Jn. 5:44)
• No sufre en su alma cuando es tentado o cuando peca. No rechaza o repudia sus pensamientos impuros, sino que los alimenta. No presenta resistencia a la tentación, por el contrario, se deja llevar por ella, y no sufre pensando que ha ofendido a Dios al caer. (Sal. 36:4; Miq. 2:1; Pr. 10:23)
• No se arrepiente cuando peca, y si lo hace es superficial: no lleva fruto. (Is. 5:12; Ro. 2:5; Jer. 3:10)
Conclusión. “El hombre impío endurece su rostro; mas el recto ordena sus caminos” Pr. 21:29
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