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Sobre el programa de Dios y de la suficiencia de las Escrituras

Sobre el programa de Dios y de la suficiencia de las escrituras

La Palabra de Dios es de manera especial para su iglesia, la cual el Espíritu de Dios ha nutrido siempre, siendo ella la esposa y el cuerpo de Cristo. Es inconsecuente pensar que ella no haya tenido siempre de la mano de su Señor todo lo que pertenece a la vida y la piedad. (Foto: ideacreamanuela2/Flickr)

 

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Sobre el programa de Dios y de la suficiencia de las Escrituras

Estimado hermano, nuevamente, un saludo fraternal en el amor de Cristo. Las opciones para servirle a Él son muchas, y espero que por Él haya podido permanecer constante en su confianza de la seguridad de la venida de su reino. Es un deber para todo cristiano, y de manera especial para los pastores, comprender con exactitud y exponer con abundancia todo lo que Dios en ella nos dice. Toda Escritura es inspirada por Dios...

La Palabra de Dios es de manera especial para su iglesia, la cual el Espíritu de Dios ha nutrido siempre, siendo ella la esposa y el cuerpo de Cristo. Es inconsecuente pensar que ella no haya tenido siempre de la mano de su Señor todo lo que pertenece a la vida y la piedad.

Esto nos lleva al tema de “La Suficiencia de las Escrituras”. Creemos en la inspiración divina de ellas. La Biblia es la Palabra de Dios, pan de vida, luz para guiar nuestros pies en caminos de paz. Por ella somos salvos, instruidos, vivificados, santificados, edificados, etc. El Salmo 119 lo dice con mucha elocuencia y saciedad de palabras.

Debemos tener claro discernimiento de cuáles son las doctrinas básicas esenciales de la Biblia, y tener claras definiciones de cada una juntamente con la relación existente entre todas ellas. Debemos ser exégetas para que podamos ser teólogos. No sirve intentar hablar de Dios si no hablamos de Él de acuerdo con su propia revelación. Pero, al tener lo básico bien definido, ¡cómo debemos luego poner delante de los santos porciones abundantes de este maravilloso alimento! Tristemente, lo anterior no es ahora prioridad, como fue en un tiempo. Primero, algunos no han resuelto en su propio pensamiento qué es exactamente lo que la Biblia dice sobre temas básicos del evangelio, y, por lo tanto, la tarea de aplicar todas las Sagradas Escrituras a toda la vida resulta superficial, si no errada. Segundo, la predicación se llena demasiado de experiencias y anécdotas en lugar de ser llena de la Voz de Dios.

 

El programa de Dios para el mundo que Él creó

Dios manda que su reino sea establecido y reconocido plenamente en la tierra. Dios creó y estableció todas las esferas de la vida para mostrar mediante ellas su gloria. Dios quiere ser reconocido en todas ellas para que le conozcamos en la plenitud revelada, en su ser, en sus virtudes y en sus obras. Él gobierna en todo. Todo le es importante. Todo es suyo. Todo lo sostiene. No conocemos adecuadamente a Dios si no conocemos toda su revelación, sea general o especial. No podemos desconocer y abandonar “el mundo” de Dios como si fuera pecaminoso, como si las expresiones “espirituales” fueran lo único Importante. Tenemos que llevar cautivo todo pensamiento a Dios, sujetarnos a Él en todo lo que nos habla, y la realidad es que la Biblia habla de todo. Nuestro esfuerzo es para que Dios reciba las alabanzas en todo lo suyo en este mundo. No podemos tener ciertas áreas o esferas del mundo y de la experiencia como neutrales. Dios manda en todo.

1. Comenzamos con Dios. En el principio era el Verbo. Pr. 8:22. Col. 1:15-17. Se ve que Él no es un dios cualquiera, sino el Dios trino. Él es la definición y la medida de todo. No hay más; no hay otro. Las tres divinas personas, cada una igualmente el Dios único. Este Dios determinó, decretó todo, todo sin excepción. No somos dualistas; no creemos en otra voluntad que se levantó independiente de Dios para oponerse a Dios. El diablo y el mal, en algún sentido para nosotros no explicado y no entendido, existe dentro del decreto de Dios.

2. Seguimos con Dios Creador. Sin Él nada de lo que ha sido hecho fue hecho. Es dueño de todo. Gobernador de todo. Nada llegó a ser o se desarrolló sin Él. Todo lo que hizo fue bueno por la sencilla razón de que Él lo hizo. La creación revela al Creador. La materia no es mala. El cuerpo no es malo. No debemos querer ser más espirituales que Dios. El ser humano es de Dios, hecho a su imagen, bajo su autoridad para servirle.

3. Seguimos con Dios providente. En la Providencia también, Dios se da a conocer. Es la revelación general. La historia revela la voluntad de Dios en el pasado. Dios obra y obró todo según el designio de su voluntad. Todo lo que quiso ha hecho. Nada ni nadie puede frustrar o cambiar lo que Dios ha determinado Is. 46:9-11; 14:24. No debemos considerar a Dios como fracasado o frustrado.

4. Seguimos con Dios legislador. Dios nos habla en la conciencia. Mediante ley natural y ley positiva. Mediante la ley hablada y después escrita. La ley es según su infinita sabiduría, Justicia y bondad, y según el derecho divino suyo de mandar.

5. Seguimos con Dios salvador. Salvación por razón del pecado, dentro de su decreto eterno, por razones que en parte solamente sabe Él. Pecado que Él condena y castiga. Salvación por gracia, por decisión divina, no para todos, sino para muchos, dependiendo de:

a. Una obra de Justicia y de amor, es decir, la propiciación que Cristo obró.

b. Una obra de poder: la santificación que el Espíritu obró u obra. Ro. 8:28-39

6. Seguimos con el Dios de las Escrituras. Dios con ellas instruye y vivifica. Esta manera de tratar con su pueblo es por soberana voluntad suya. No, no es la letra que mata, sino la letra recibida sólo en cuanto a lo externo. La Palabra vivifica siempre conjuntamente con el Espíritu. Jn. 6:63; Sal. 119:25, 50, 88, 107, 159

7. Seguimos con los frutos de la obra salvadora del Dios salvador. Los hay en este reino de la gracia, Ro. 5:20,21. No hay aún perfección. Dios nos salva para que obedezcamos su ley, Sal. 119:97. El cambio se hace realidad en la unión con Cristo por la fe. Vemos estos frutos en las distintas esferas:

a. El cristiano personalmente. Ef. 2:1,10; 4:22-24; 1 Co. 6:9-11; Tit. 2:11-14; 3:4-8

b. El hogar. Mal. 2:13-15

c. La iglesia. Ef. 3:10,11,21 (Los tres anteriores en mutua dependencia)

d. El mundo, afectado por el pueblo de Dios que actúa como sal y luz (ejemplo y evangelismo). El mundo no pertenece al diablo, sino que es de Dios y es rescatado en la medida de su voluntad por la obra de Cristo, involucrada la iglesia. Ef. 1:10; Hc. 3:19-21. A la vez, el mundo es puesto a la orden y servicio de la iglesia, Ef. 1:22, las naciones vendrán y adorarán a Dios, Is. 60, todo el capítulo, versículos 5,11 especialmente, e Is. 61, todo el capítulo, versículo 6, especialmente. Por ahora, mucho del mundo, por voluntad y paciencia de Dios, está todavía bajo cierto dominio del pecado, y, por lo tanto, existe un tremendo conflicto. Gá. 5:17; St. 4:14; 1 Jn. 5:19, conflicto que en últimas instancias sirve el propósito de Dios para el desarrollo espiritual de la Iglesia.

e. La meta: la venida del Reino y así, la gloria eterna de Dios. Ro. 11:36

8. El Dios consumador. Hb. 11:10,16; 2 P. 3; Ap. 22; Is. 35; 11:1-10. Gloria para su pueblo en la gloria de Dios.

 

La Suficiencia de las Escrituras

Creo que todos estamos totalmente seguros y convencidos de que la Biblia es la palabra de Dios, porque ha sido inspirada por Él y, por lo tanto, es infalible y autoritaria, y es la única norma de fe y conducta para el creyente.

Por esta razón lo que pretendo hacer está lejos de ser una exposición con respecto a la naturaleza de las Sagradas Escrituras y sus maravillosas características y cualidades, sino promover una reflexión y cuestionamiento acerca de lo que implica reconocer el texto bíblico como la palabra de Dios y así estimularnos mayormente al estudio profundo de las Sagradas Escrituras y a un esfuerzo por ser más consecuentes con nuestra convicción de lo que representa para nosotros la Biblia, en relación con el ejercicio de nuestro ministerio pastoral.

I. Lo que es en resumen nuestra declaración de fe con respecto a las Sagradas Escrituras y en lo cual debemos estar plenamente de acuerdo para continuar con este análisis, es resumido admirablemente en la Confesión de Westminster, capítulo 1, secciones 2, 6:

Bajo el nombre de Santas Escrituras o Palabra de Dios escrita, se comprenden todos los libros del Antiguo y Nuevo Testamentos, 66 libros, todos estos dados por inspiración de Dios para que sean la regla de fe y de conducta. El consejo completo de Dios tocante a todas las cosas necesarias para su propia gloria y para la salvación, fe y vida del hombre, o está expresamente expuesto en las Escrituras, o se puede deducir de ellas por buena y necesaria consecuencia y, a esta revelación de su voluntad, nada ha de añadirse, ni por nuevas revelaciones del Espíritu, ni por las tradiciones de los hombres. Sin embargo, confesamos que la iluminación interna del Espíritu de Dios es necesaria para que se entiendan de una manera salvadora las cosas reveladas en la Palabra, y que hay algunas circunstancias tocantes a la adoración de Dios y al gobierno de la iglesia, comunes a las acciones y sociedades humanas, que deben arreglarse conforme a la luz de la naturaleza y de la prudencia cristiana, pero guardando siempre las reglas generales de la Palabra de Dios que han de observarse siempre.

Nos preguntamos si estamos de acuerdo.

II. De estas declaraciones los protestantes defendemos y confesamos:

1. Que la Biblia es Palabra de Dios, escrita bajo la inspiración del Espíritu Santo, que por lo tanto es infalible y está libre de error, sea de doctrina, de hecho o de mandato, y que ES AUTORITATIVA EN TODA CUESTIÓN REFERENTE A LA FE Y LA VIDA DEL HOMBRE.

2. Que la palabra de Dios es LA VERDAD ABSOLUTA con respecto a todos los temas que contiene, y por lo tanto es una fuente de verdadero conocimiento. Juan 17:17

3. Que contiene todas LAS REVELACIONES SOBRENATURALES EXISTENTES DE DIOS, DESIGNADAS PARA SER REGLA DE FE Y CONDUCTA PARA EL CREYENTE.

4. Que la Palabra de Dios es suficiente; ofrece todo lo que necesitamos para toda buena obra. Sal. 19:7-14; 1 T. 3:16,17.

III. ¿Es la revelación de Dios completa para hoy?

En medio de tantos cambios que a través de la historia la humanidad ha sufrido, el cristianismo parece no tener respuesta a los “adelantos” o la evolución de la cultura, la sociedad y la ciencia, y damos la impresión de que la revelación de Dios está relegada sólo a aspectos de fe y religiosidad y que los demás asuntos son SECULARES O PROFANOS, y deben quedar bajo el control de los ESPECIALISTAS en los diferentes campos del saber y de la ciencia.

Debemos cuestionarnos dónde queda el dogma de la suficiencia de las Escrituras para dar guía, consejo e ilustración frente a los modernos comportamientos éticos y morales que el desarrollo nos presenta.

• La verdadera iglesia cristiana debe sostener que Dios es la única verdad y única autoridad absolutas sobre la vida y sobre la historia, sobre la iglesia y sobre la sociedad. Solo Él es el maestro definitivo, y su enseñanza está completa en las Sagradas Escrituras.

• Debemos discernir con mucha sabiduría sobre el concepto de que hay verdades fuera de las Sagradas Escrituras que son de provecho para los hombres, y ayudan a su bienestar, sustentando la revelación natural o general de Dios al hombre. No dirán algo las Sagradas Escrituras con respecto a ciertos temas, psicóloga por ejemplo.

• Debemos sostener que debido a la devastadora acción del pecado en los hombres, el conocimiento humano quedó corrompido, quedando el hombre limitado en su capacidad de generar y enseñar por su propia cuenta verdades que proporcionen un bienestar real para el hombre, y estas verdades deben ser corregidas y perfeccionadas mediante la revelación sobrenatural de Dios.

• La palabra de Dios es suficiente; no necesita ser complementada en algún sentido o apoyada por la sabiduría humana.

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