“La madre de Sísara se asoma a la ventana,
Y por entre las celosías a voces dice:
¿Por qué tarda su carro en venir?
¿Por qué las ruedas de sus carros se detienen?
Las más avisadas de sus damas le respondían,
Y aun ella se respondía a sí misma:
¿No han hallado botín, y lo están repartiendo?...” Jueces 5:28-30
La mayoría de los hijos no necesitan compañías externas para estimular su corrupción, estas ya están en casa. Son sus padres, como la mamá de Sísara.
Contribuimos con su infelicidad temporal y eterna cuando somos su mal espejo, cuando no instruimos con las Escrituras, ni disciplinamos, cuando priorizamos lo terrenal y no lo eterno, cuando escondemos sus errores, los justificamos y hasta los defendemos, cuando cerramos los ojos a las cosas que traen a casa porque en algo terrenal nos beneficia o nos satisface.
Necesitamos que Dios por medio de sus Escrituras nos haga conocer el verdadero amor de padres, para ser de bendición y no de destrucción para nuestros hijos.
Dios los bendiga.
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