“Vino ella luego, y lo contó al varón de Dios, el cual dijo: Ve y vende el aceite, y paga a tus acreedores; y tú y tus hijos vivid de lo que quede.” 2 Reyes 4:7
De la historia de la multiplicación del aceite para beneficiar a una mujer y a sus hijos, cuyo esposo, siervo temeroso del Señor había muerto dejándole una deuda, podemos aprender mínimo tres cosas:
Debemos evitar las deudas para evitar dejar a los nuestros con problemas. Romanos 13:8 dice: “No debáis a nadie nada...”
Cuando Dios nos provee, debemos en primer lugar pagar lo que debemos, ya que Salmos 37:21 dice: “El impío toma prestado, y no paga...”
Y que el Dios de la Biblia es efectivamente el Dios de las viudas y de los huérfanos, de los desvalidos, de los desamparados.
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