“Así el rey Joás no se acordó de la misericordia que Joiada padre de Zacarías había hecho con él, antes mató a su hijo, quien dijo al morir: Jehová lo vea y lo demande.” 2 Crónicas 24:22
La historia de Joás quedó escrita para enseñar, entre otras cosas, algunas características de una persona ingrata.
Este hombre recibió del sumo sacerdote Joiada, y familia, desde ser salvo de la masacre de la familia real, coronación como rey de Juda, hasta la afirmación de su reino. Y, ¿cómo pagó? Dando muerte a Zacarías, hijo de Joiada, quien por mandato de Dios le hizo ver su desvío de las cosas del Señor.
Al ingrato practicante nunca será suficiente lo que se le dé para que en su corazón ame a su benefactor. Su afecto no está en el que lo beneficia sino en lo que puede recibir. Mientras recibe puede aparentar piedad a Dios y amistad con el que le da, pero tarde o temprano muestra su real rostro. Su máscara de falsa piedad cae para mostrar abiertamente su traición y odio. Solo si estamos realmente unidos a Cristo podemos ser libres de este malvado pecado y ser gratos con Dios por las personas que el usa para beneficiarnos.
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