“...Conocerías entonces que Dios te ha castigado menos de lo que tu iniquidad merece.” Job 11:6b
Conocemos la historia de Job. Sabemos que quedó en miseria absoluta, sumido en el dolor por la muerte de todos sus hijos y gravemente enfermo. Pero sabemos también que no fue por causa de su pecado, pues Dios mismo da testimonio de que no había otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal.
¿Qué hicieron sus amigos que se acercaron para “consolarle”? Terminaron aumentando su dolor, afirmando que su tragedia se debía a su vida malvada delante de Dios. Es verdad que muchos de los males que padecemos hoy son consecuencia de cosas erradas que hicimos antes, pero por la historia de Job sabemos que no siempre que una persona está sufriendo es por causa de algún pecado. Luego, debemos tener cuidado con la frase: “quien sabe que está pagando…” para que nuestras palabras no terminen siendo ácido y no bálsamo que cure al afligido.
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