Pastor Joel Zartman, 13 de mayo de 2012
Los hermanos no son nuestros siervos, por eso no podemos imponer nuestras opiniones. En realidad, todos somos siervos de Dios, a quien daremos cuenta. Entre nosotros tenemos diferencias, como por ejemplo en lo que comemos, bebemos, las fiestas que guardamos y demas, pero ante el Señor cada uno de nosotros debe dar razón. Justificar el porque actué de una manera o la otra. Y el Señor juzgará, aprobará o no mi obrar, de acuerdo a mi conciencia. Por tanto no debo juzgar a mi hermano. Cristo es el Señor.