Toda la historia nos lleva al momento del sacrificio de Cristo, cuando pagó por el salario del pecado a favor de su pueblo. Hoy, que celebramos la Cena del Señor, nuestra confianza debe estar depositada en Cristo y no en el rito. Debemos examinarnos y confrontarnos, con la Palabra.
La Palabra de Dios es el espejo que nos muestra en realidad quienes somos. Tenemos muchos pasajes, como el de Isaías 59, para darnos cuenta si en realidad sí somos creyentes. Mirando el libro completo podemos sacar una lista de las cosas por las cuales Dios está desagradado.
Sin embargo, hay que tener mucho cuidado, porque mirando estas listas de cosas para ser buenos creyentes podemos caer en dos peligros, los cuales, en lugar de ayudarnos, nos alejarían de Dios. De una parte está el legalismo y de otra el no actuar. Permanezcamos en Cristo, nuestra salvación.