Confianza... ni en nosotros, sino en el Señor
Pastor Antonio Orjuela, 2 de noviembre de 2014
Mientras todos los caminos de Dios son perfectos, los del hombre distan mucho de serlo. Este hecho debe generar en el cristiano confianza en el Señor, a la vez que debe destruir la confianza en nosotros mismos. Esto, porque con una facilidad increíble resultamos actuando sin tener en cuenta a Dios.
Nos cuesta trabajo aceptar la voluntad de Dios, y a veces, como hizo Pedro en el pasaje central de este sermón, pretendemos saber más que Dios. En el pasaje, Pedro no podía concebir que el Señor sufriera, era inaceptable. Fue bien intencionado, pero mostró que no aceptaba la Palabra de Dios.
Nosotros aceptamos sólo lo que nos conviene. Al hacer eso, con nuestro actuar, decimos, Señor, usted no tiene la razón. Y nuestra resistencia puede hacernos útiles para Satanás. Pero, ¿cómo evitarlo? 1) Confiemos en el Señor, 2) Tengamos precaución con nuestra forma de razonar, 3) Roguemos al Señor, para que nos examine y corrija.
Pasaje central: Marcos 8:27-38 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
27 Salieron Jesús y sus discípulos por las aldeas de Cesarea de Filipo. Y en el camino preguntó a sus discípulos, diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres que soy yo? 28 Ellos respondieron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas. 29 Entonces él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy? Respondiendo Pedro, le dijo: Tú eres el Cristo. 30 Pero él les mandó que no dijesen esto de él a ninguno.
31 Y comenzó a enseñarles que le era necesario al Hijo del Hombre padecer mucho, y ser desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días. 32 Esto les decía claramente. Entonces Pedro le tomó aparte y comenzó a reconvenirle. 33 Pero él, volviéndose y mirando a los discípulos, reprendió a Pedro, diciendo: !Quítate de delante de mí, Satanás! porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.
34 Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. 35 Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará. 36 Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? 37 ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?
38 Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.