La oración - 2
Pastor Augusto Ramírez, 19 de abril de 2015
En la oración, como en muchas cosas de la vida cristiana, lo importante es la intención, lo que está en el corazón. A este respecto el Señor enseña que los Fariseos están muy mal. Lo triste es que ese mal puede verse repetido en nosotros. Los cristianos deben ver el orar como el respirar. Véase que lo primero que hace el nacido de nuevo es orar.
Ahora, la oración y el estudio de la palabra de Dios se conectan de una manera vital. En forma lógica, puede decirse que el conocimiento precede una oración con sentido. Por ejemplo, un cristiano puede pedir por el Espíritu Santo, cuando la palabra muestra que ya lo tiene, otra cosa sería pedir por el Espíritu en más medida.
Finalmente, y como punto central, se muestra que la oración en el Antiguo Testamento ya incluía un buen número de puntos de los que Jesús muestra en el Padre Nuestro. Se listan siete aspectos, dentro de los que se encuentra, por ejemplo, el que los verdaderos adoradores en Israel sabían que Dios espera que nos acerquemos a Él.
Pasaje central: Mateo 6:5-13 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
5 Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. 6 Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. 7 Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. 8 No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis. 9 Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. 10 Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. 11 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. 12 Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. 13 Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.