Pastor Joel Zartman, 18 de marzo de 2012
Pablo, a partir de este capítulo, enseña la manera de vivir del pueblo de Dios. Unidos judíos y gentiles como uno solo, para Su gloria. Hace la diferencia entre las reglas dadas por Dios, a Moisés, para su pueblo, con lo que agrada a Dios, después de la obra de Cristo en la Cruz, La Redención. Nuestra mente ha sido renovada, por medio de Su Espíritu, y el sacrificio que es agradable a Dios ya no es un cordero, sino la entrega de nuestros cuerpos en un sacrificio vivo, nuestra propia vida, sometida a su voluntad en obediencia, haciendo lo que a Él le agrada. Dios no acepta cualquier sacrificio. Y su voluntad es agradable y perfecta. Pero, ¿cómo sabemos cuál es? Una guía de como hacerlo serían los 10 mandamientos.