No ha pasado la fecha de vencimiento. Lo digo en cuanto a la gracia de Dios. Mike Shoup/Flickr
Él es bueno, eternamente bueno, y desde antes de la fundación de mundo, resolvió rescatar a muchos. ¿Rescatarlos de qué? Pues, de lo que esclaviza: el pecado, es decir, la desobediencia crónica a la ley divina.
Nada obligó a Dios a hacerlo. No tenía el deber de salvar a nadie. Todo lo contrario. Si de deber queremos hablar, el deber que Dios tenía era el de castigar a los culpables. Todos ellos, y todos somos culpables. Dios sabe las razones que le llevaron a determinar que muchos recibieran misericordia. Esto, sí, vale la pena conocer a este Dios. No es ningún otro que el mismo Padre de nuestro Señor Jesucristo, el que en la cruz dio su vida por muchos.
Tengamos presente que la fecha de vencimiento llega. Es para el hombre morir una vez, y después el juicio. Entonces, ya no habrá más gracia, sino sólo justicia. “He aquí ahora el día de la salvación”.