“Porque si viene alguno predicando a otro Jesús que el que os hemos predicado, o si recibís otro espíritu que el que habéis recibido, u otro evangelio que el que habéis aceptado, bien lo toleráis;” 2 Corintios 11:4 (Foto: Vladimir Pustovit/Flickr)
No ha existido, existe ni existirá otra persona como tú, eres único en la historia. Puede que alguien se parezca a ti; pero nadie fue, es, ni será como tú. Ahora, con relación a tu nombre ahí la cosa cambia, solo si es bien extraño no habrá otra persona con tu nombre, pero por lo general existe mínimo otra persona con el mismo nombre. En mi caso, sé de una persona que, y aunque no la conozco, tiene mis dos nombres y mis dos apellidos, y lo peor es que cada que tenía que salir del país, el antiguo DAS, me hacía esperar hasta que verificaran que no era la misma persona que ellos tenían en el sistema, pues dicho homónimo tenía cuentas con la justicia. En una ocasión, por no estar el agente que tenía la clave del sistema, me impidieron viajar. ¿No te parece hasta peligroso que otro tenga tu mismo nombre?
Con relación al verdadero Jesús, de igual manera Él fue, es y será único. Pero como puedes notar, según lo que dice Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, su nombre es usado para presentar falsos mesías; mesías que por lo que se dice de ellos, son tolerados y aceptados sin reparos. Con esto se quiere decir que no es ninguna garantía de que cuando una religión o persona pronuncia el nombre de Jesús, por ello se esté hablando del verdadero, sobre todo porque tú escuchas que unos dicen una cosa y otros otra. Y, ¿cómo saber cuál es el verdadero Jesús? Las Escrituras dicen: “Pero estas cosas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre.” Jn. 20:31
El Jesús verdadero es el que las Escrituras, en su contexto, revelan. Es tu obligación escudriñar diligentemente las Escrituras, pidiendo al Señor que al leerlas Él quite el velo del corazón, velo que no deja percibir la verdad, velo con el que todos venimos a este mundo, velo que tiene que obligatoriamente ser quitado para poder conocer al Jesús verdadero, al Verdadero Salvador de nuestras almas, al que literalmente cargó los pecados de su pueblo, recibió el infierno por ellos y venció la muerte para que su pueblo tuviese nueva vida (2 Corintios 3:13-18). No existe catástrofe mayor para el hombre que vivir y morir creyendo en un falso mesías. Qué horrenda cosa será cuando los que creyeron en un mesías errado se presenten delante del verdadero, y le digan que creyeron en Él, que en su nombre hicieron muchas cosas, y Él les tenga que responder: “…Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.” (Mateo 7:23) Pero que felicidad tan indescriptible cuando los que creyeron en el único Jesús verdadero sean presentados delante de Él, cuando les diga: “…Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.” (Mateo 25:34)
¿Has verificado, con toda la Escritura, si el Jesús en el que crees es el verdadero?