La Biblia dice: “...arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que venga del Señor tiempos de refrigerio” Hch. 3:19 (Foto: Jake Guild/Flickr)
1. El arrepentimiento es una obra del Espíritu Santo que conduce a la persona a darse cuenta de que ha venido caminando por la senda errada. La persona es conducida a verse como en un espejo lo que en realidad es delante de Dios, se da cuenta que es un repugnante, sucio y convicto pecador, sin capacidad alguna para dejar de pecar. En el verdadero arrepentimiento no hay espacio para justificar el pecado ni modo alguno de esconderlo. La persona experimenta temor, vergüenza, dolor, tristeza y repudio por haber conscientemente y con agrado violado la Palabra de Dios y por ello desea intensamente ser liberado de esa horrenda condición.
2. La conversión es la obra del Padre que conduce al verdadero arrepentido a darle la espalda al pecado, a cambiar de dirección, a salir del camino ancho que conduce al infierno, y dirigirse al camino estrecho, que es Jesús, para ser perdonado y limpiado.
Solo cuando esta obra de gracia (favor que no merecemos) es hecha por Dios en un pecador viene como consecuencia el precioso tiempo de refrigerio. Hasta que esto no ocurra, se cumple lo que las Escrituras dicen: “No hay paz, dijo mi Dios, para los impíos” Is. 57:21
Textos. Hch. 3-4; Jn. 16:7-11; 6:44; Sal. 51 y 32; Lc. 7:36-50; 18:9-14; 19:1-10.
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