Ahora, se ve claramente la naturaleza verdadera de la soteriología calvinista. No es una singularidad artificial, ni el producto de una lógica demasiado atrevida. Su confesión central de que Dios salva a los pecadores, de que Cristo nos redimió por su sangre, es el testimonio tanto de la Biblia como del corazón del creyente. El calvinista es el cristiano que confiesa delante de los hombres en su teología exactamente lo que confiesa en su corazón ante Dios cuando ora.