Nuestro texto [2 Timoteo 2:2] nos da luces en cuanto a la manera en que este encargo debe ser preservado por las edades: la transmisión fiel de generación en generación. La Palabra de Dios es un encargo que se pasa de generación en generación. Si fallamos en esto, fallamos en lo más importante. Pero otra vez debemos enfatizar que el encargo es "enseñar" "para" que a su vez éstos también "enseñen" a otros. ¿No fue en esto precisamente en lo que falló el antiguo Israel?