Volviendo al tema de los pasajes y versículos que aparentemente dan a entender que la salvación sí se pierde, vamos a analizar cuidadosamente el pasaje de Hebreos capítulo 6 para ver si este está enseñando o no la pérdida de salvación de un creyente, porque si es así estaríamos frente a una desconcertante contradicción. (Foto: Scott/flickr)
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Marco teológico para el estudio de Hebreos 6
Cuando se aborda el estudio acerca de la seguridad de salvación del creyente, uno de los aspectos que más genera controversia es aquel que se refiere a si un creyente puede llegar a perder la salvación, o si por el contrario, una vez este es salvo entonces siempre será salvo.
Este aspecto se debate en otros escenarios bajo los enunciados teológicos de las doctrinas soteriológicas, arminiana y calvinista. De acuerdo con el primer sistema el creyente se encuentra continuamente en peligro de caer de la gracia o perder su salvación, mientras que el otro sistema sostiene radicalmente que el hombre que se ha convertido auténticamente al Señor jamás podrá perder su salvación.
La controversia se agudiza cuando se analizan ciertos versículos para sustentar la postura que apoya la posibilidad de perder la salvación. En este sentido se argumenta generalmente con pasajes bíblicos como el capítulo 15 del evangelio de Juan, o la carta a los Gálatas capítulo 5 y otros más, pero el pasaje en el que se ha visto un apoyo más sólido para sostener la pérdida de la salvación es el capítulo 6 del libro de los Hebreos.
Quienes, por el contrario, sostenemos que la salvación no se pierde, vemos que hay un hilo doctrinal muy claro y fuerte a través del antiguo y nuevo testamento, el cual nos lleva a pensar que nuestra postura se puede sustentar sólidamente y corroborar mediante un abultado número de pasajes y versículos, de tal manera que encontramos mayores razones y motivos doctrinales y bíblicos que obligan a nuestra conciencia a inclinarnos y a defender el dogma de la preservación absoluta y segura que Dios hace de aquellos que Él ha salvado, de tal manera que creemos que es imposible que un verdadero creyente pierda la salvación, pues vemos en la Biblia que es Dios mismo quien promete preservarla.
Volviendo al tema de los pasajes y versículos que aparentemente dan a entender que la salvación sí se pierde, vamos a analizar cuidadosamente el pasaje de Hebreos capítulo 6, para ver si este está enseñando o no la pérdida de salvación de un creyente, porque si es así estaríamos frente a una desconcertante contradicción. Para este efecto vamos a dividir nuestro análisis en dos partes; en primer lugar, veremos un contexto bíblico doctrinal; en segundo lugar, analizaremos el pasaje en detalle.
El marco doctrinal que propongo para acercarnos al estudio de Hebreos 6 tiene que ver con las doctrinas soteriológicas de la elección y la justificación.
La elección
En las Sagradas Escrituras encontramos que Dios elige a un pecador para aplicarle la obra del Señor Jesucristo a su vida, mediante la agencia de su Espíritu Santo, con un propósito final o general, el cual consiste en concederle salvación y vida eterna. Ro. 8:28-30
Lo que quiero remarcar en cuanto a la doctrina de la elección que encontramos en el nuevo testamento es que dicha elección tiene en Dios un propósito definido y seguro: la salvación segura de dicho elegido, y esto en virtud de la eficacia de la obra del Señor Jesús en la Cruz. Ro. 6:22
¿Podemos pensar que alguien a quien Dios eligió y que en consecuencia fue regenerado y se apropió por la fe de la obra de Cristo y que mediante muchos medios de gracia Dios se propuso salvarle, este elegido se perderá por el camino, frustrándose el propósito o fin para el cual Dios lo eligió según el designio de su voluntad? La elección hace segura y firme su salvación.
La justificación
Debemos también pensar seriamente en esta doctrina. En el sentido más básico entendemos que la justificación, a la luz de La Palabra, es por medio de la fe, lo cual significa que no es por méritos u obras. En otras palabras, somos justificados creyendo en la justicia de Cristo como un don gratuito y que esta fe en el Señor es contada por Justicia.
Esto implica, entonces, que el don de la salvación no es por méritos, de igual manera entendemos que este don de la salvación ni se quita ni se pierde por malas obras o pocos méritos. Reconocemos también que en la Biblia no encontramos la doctrina de la desjustificación por pecados, sino que más bien encontramos que una vez una persona es justificada esta no puede ser injustificada. Hb. 10:14; Ro. 5:8-10; 8:30; 4:7,8
Ahora bien, esto que acabo de mencionar no implica ni significa que Dios sea indiferente y cómplice del pecado de un creyente, lo que quiero enfatizar es que el pecado ya no es la causa de la condenación, así como las buenas obras no son causa de la salvación. Si pensamos que esto no es así debemos preguntarnos: ¿cuántas veces es necesario que un pecador arrepentido sea justificado para estar seguro de que va a ser librado de la condenación? La pregunta se hace pertinente cuando creemos que un cristiano auténtico puede caer de su salvación, pues para que tal creyente fuera salvo debe volver a ser justificado, tantas veces como este caiga de su salvación. La cuestión está en si la doctrina bíblica de la justificación nos permite llegar a pensar esto o si vemos algún caso en las Escrituras donde la justificación se aplique más de una vez a la misma persona.
Este ha sido un breve resumen de la charla que sobre este tema se presentó en la reunión de mayo, se tuvieron en cuenta más pasajes y contextos Bíblicos y se abrió a discusión entre los asistentes sobre este asunto, lo invitamos para que participe en la exposición de la segunda parte de este tema en la próxima reunión de junio a la que le estamos cordialmente invitando. Los esperamos.
Atentamente su servidor en Cristo Eugenio Line.
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