Otra objeción a la seguridad de la salvación es que la experiencia muestra como personas que fueron creyentes después de un tiempo abandonan su fe, ahí la prueba, dicen los opositores, de que si se puede perder la salvación. ¿Cómo respondemos a esta objeción?. (Foto: Vincent Brassinne/flickr)
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La relación entre la preservación de los santos y su perseverancia
La seguridad de la salvación es la conclusión lógica a la que se llega a la luz de la Teología Reformada que hemos venido tratando, esto es en:
1. La depravación total del hombre,
2. La elección incondicional,
3. La redención o expiación limitada,
4. La gracia irresistible,
5. La perseverancia de los santos.
El hombre, por su condición pecaminosa, no puede salvarse a sí mismo, sino que es Dios quien soberanamente toma la iniciativa al elegir a los que se han de salvar. Dios soberanamente provee el medio de la salvación: Jesucristo. Es Dios quien obra soberanamente en el hombre no solamente la salvación, sino también la perseverancia en la fe de este hasta la muerte.
Es notable la coherencia lógica de estos cinco aspectos que hacen énfasis en la soberanía de Dios. Todos estos aspectos están mutuamente interrelacionados, si uno de ellos falla se derrumba toda la estructura.
Ante la doctrina bíblica de la perseverancia de los santos se han levantado varias objeciones:
1. La primera objeción a esta doctrina es que implica que el creyente puede hacer lo que quiera sin perder la salvación, lo cual estimula a los hombres a ser descuidados e indiferentes en su conducta moral.
2. Otra objeción a la seguridad de la salvación es que la experiencia muestra cómo personas que fueron creyentes después de un tiempo abandonan su fe; ahí la prueba, dicen los opositores, de que sí se puede perder la salvación.
¿Cómo respondemos a estas objeciones?
1. La perseverancia de los santos tiene su fundamento en la perseverancia o preservación de Dios. Es decir, en la acción soberana de Dios para hacer posible que el creyente permanezca en la salvación. Pero a su vez, el creyente debe perseverar en su fe y esto debe ser evidente en una vida santa, de servicios y buenas obras. Todo esto lo puede y lo debe hacer el creyente gracias a que Dios preserva al creyente, es decir, lo mantiene y lo protege de manera que nadie lo pueda arrebatar de su mano.
Los dos aspectos van juntos, y son la garantía de la salvación: porque Dios preserva, entonces el creyente persevera. Se hace aquí evidente una vez más ese gran misterio que corre a lo largo de todas las Sagradas Escrituras: la absoluta soberanía de Dios y la total responsabilidad del hombre.
La base bíblica que muestra esa acción soberana de Dios en preservar al creyente es la siguiente: Jn. 10:27-29; Ro. 8:35, 38,39; Ef. 1:13-14; Fil. 1:6; 1 P. 1:3-5; Hb. 12:2
2. Esto no significa que creyentes verdaderos no puedan caer en algún momento de su vida, incluso pueden hasta llegar a apartarse de la iglesia temporalmente. Pero a la luz del hecho bíblico de que el verdadero creyente no puede perder su salvación, afirmamos que los creyentes que han caído, los creyentes que se han apartado, recobrarán su confianza en el Señor y su comunión con Cristo. El Señor ha dado vida eterna a sus elegidos, el Señor no permitirá que un solo redimido sea arrebatado de su mano, Ro. 5:8-10
3. Otra respuesta frente al hecho de personas que hicieron profesión de fe y que después de un tiempo abandonan la fe es que nunca fueron creyentes. Tenemos la parábola del sembrador Mt. 18:18-23. Allí Jesús mismo hace clara distinción entre los que primero reciben la Palabra, pero luego tropiezan y los que reciben la Palabra y dan fruto. Igual, el Señor Jesús nos advierte sobre la terrible sorpresa para aquellos creyentes sólo de apariencia Mt. 7:21-23
4. ¿Qué respondemos a la crítica de que la seguridad de la salvación estimula al creyente a vivir descuidadamente, relajadamente?
No es así, porque la persona elegida demostrará en su vida los frutos del Espíritu Santo, hasta el fin “por sus frutos los conoceréis” Es una contradicción decir que se es creyente y vivir licenciosamente.
La Sagrada Escritura nos advierte claramente sobre nuestra responsabilidad como creyentes, para que así no nos hagamos falsas expectativas. La Escritura no nos anima a una falsa seguridad. Todo lo contrario, nos exhorta para que en todo momento nos esforcemos, seamos fieles, obedientes, resistamos la tentación, a que progresemos en la perfección.
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