Es necesaria la comparación de lo que entendemos de un texto con lo que otros han entendido. Es así sobre todo en casos cuando nos apartamos de la interpretación tradicional. La tradición puede ser una “letra muerta”, pero también puede ser una salvedad en contra de novedades perjudiciales. (Foto: netzanette/flickr)
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Introducción, carta 6 de julio de 2002
Estimado hermano pastor, la próxima reunión en la Biblioteca Para Pastores será el lunes, 15 de julio, comenzando a las 9:30 am en las instalaciones de la Biblioteca en la dirección de arriba. Nuevamente estaremos tratando temas importantes como:
“La soberanía de Dios en el libro de Deuteronomio”, y “¿Qué es esto de nacer de nuevo?”
Comenzamos la reunión del mes de junio recordando “Desafío 2002”, una recomendación para llevar a cabo el estudio de cada libro de la Biblia, escribiendo una introducción a cada uno como resultado del estudio propio, claro, en consulta con los textos sobre el tema.
Debemos ser varones del libro, toda la Biblia, la Biblia recibida y comunicada. La inquietud que a veces escuchamos expresada es que esto no da resultados en cuanto al crecimiento numérico de la iglesia. La inquietud es válida, pues todos anhelamos que la iglesia crezca. Pero en la inquietud está latente el peligro de desconfiar de los medios que Dios estableció para honrarse en el desarrollo de su pueblo. Lo que la iglesia necesita para crecer saludablemente es alimento espiritual. Evitemos los regímenes alimenticios carnales. Valgámonos del que Dios ha establecido.
Además, en la reunión de junio, hablamos nuevamente de los libros. Allí estábamos en presencia de más de mil títulos, lo cual sirvió para recordar la necesidad de estudiar. Debemos estudiar como devoción a Dios, porque Dios ha querido darse a conocer en la Biblia, una colección de libros, libros inspirados y conservados por Él mismo. Con mucha facilidad olvidamos esto, y nos ponemos a la deriva.
a. a la deriva con respecto a nuestro conocimiento del Altísimo. Dudamos de Dios; servimos a otro dios, creado según nuestro propio parecer.
b. a la deriva con respecto a la metodología pastoral; olvidamos que la Biblia como revelación defina su propia metodología. Es decir, Dios se da a conocer y quiere que le demos a conocer mediante la Palabra, la suya.
Somos personas profesionales, pero del texto, controladas y orientadas por lo escrito.
Como cuestión de gratitud, recordemos los beneficios de ser personas del texto:
1. Así conocemos con precisión lo que Dios habla.
2. Así conocemos con comparación, porque podemos preguntar a otros que leen el mismo texto cómo lo entienden ellos.
3. Así conocemos con repetición. Podemos leer el texto cuantas veces queramos.
4. Así conocemos con el Espíritu Santo; Él es el intérprete. (Son inseparables palabra y Espíritu.)
a. Interpretación que el Espíritu guía.
b. Así vivificamos lo que el Espíritu hace. Sal. 119:50,154; 1 P. 1:23; St. 1:18
Pero, ¿no dice 2 Co. 3:6 que la letra mata? No, el contraste no es entre Biblia y el Espíritu, sino entre la ley y el evangelio. La ley mata en cuanto a que condena y no ofrece solución para nuestro pecado. Es el mismo contraste que encontramos en versículo 9, entre condenación y justificación. Y hay un tercer contraste, versículo 11, entre lo perecedero y lo permanente. Véase Ro. 2:29; 3:20; 7:6,10,11
He aquí, el valor de leer los comentarios, por ejemplo, C. Hodge, Segunda a Corintios, sobre este texto.
Es necesaria la comparación de lo que entendemos de un texto con lo que otros han entendido. Es así sobre todo en casos cuando nos apartamos de la interpretación tradicional. La tradición puede ser una “letra muerta”, pero también puede ser una salvedad en contra de novedades perjudiciales. En el ambiente actual que opta por lo subjetivo, novedoso e individual, ¡cuán necesario es vigilar con cuidado nuestras interpretaciones y no ser arrastrados sólo por las intuiciones superficiales!
Estudiemos, pues, la Biblia primordialmente, pero los otros libros también.
Le esperamos, hermano pastor, en la reunión en la Biblioteca el 15 de julio. Que Dios le bendiga en todas las consolaciones del evangelio de su gracia.
Atentamente, su servidor en Cristo, Eugenio Line.
Bogotá, DC
6 de julio de 2002
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