No hay duda en cuanto a las dificultades, nada fáciles de resolver, que esta enseñanza presenta. A continuación, ofrecemos algunas de las objeciones más comunes. A la vez, haremos un intento muy breve para responderlas. (Foto: Ippei & Janine Naoi/Flickr)
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Objeciones a la doctrina de la elección divina
No hay duda en cuanto a las dificultades, nada fáciles de resolver, que esta enseñanza presenta. A continuación, ofrecemos algunas de las objeciones más comunes. A la vez, haremos un intento muy breve para responderlas. Para más explicación sobre esto, invito a mirar las páginas 175 a 253 del libro La predestinación por Loraine Boettner.
Primera objeción
Que es inconsistente con la libertad moral y la responsabilidad del hombre.
La Biblia enseña que Dios ha determinado todas las cosas, y también la capacidad de autodeterminación de cada hombre. Dios decretó ambas cosas. Ahora, Dios controla las circunstancias de tal manera que el hombre tome las determinaciones libremente para hacer lo que Dios había decretado que hiciera. Fíjese en los siguientes textos: Sal. 110:3; Hch. 2:23; Sal. 65:4; Ef. 2:8,9,10; Jn. 6:36,37,44,65.
Segunda objeción
La elección presenta a Dios como haciendo acepción de personas.
Hace pensar que Dios no es justo. Pero, recordemos que Dios no tiene el deber de salvar a nadie, y que en justicia podría dejar a todos a sufrir las consecuencias de su pecado libremente cometido. Dios no tiene ninguna obligación de ofrecer a todos oportunidades iguales. En la salvación, Él actúa como salvador soberano, Mt. 20:13-15.
Tercera objeción
La elección no anima al incrédulo a creer, porque ¿para qué? Si Dios lo quiere salvar… lo salvará.
Sin embargo, la Biblia enseña con toda la claridad del caso que el Dios que decretó el fin es el que también decretó los medios. Manda a todos, en todo lugar, a que se arrepientan y crean el evangelio. Ro. 10:8-10. Como siempre, tenemos que formar nuestras ideas con respecto a estos asuntos de todo lo que Dios dice, no de una sola parte ni siguiendo la lógica nuestra.
Cuarta objeción
La elección no promueve las buenas obras.
Pero, igual como en el apartado anterior, la Biblia debe ser nuestra guía, y la Biblia asegura que somos salvos para ser santos, que fuimos creados en Cristo Jesús para buenas obras. Ef. 1:4; 2:10. La persona elegida y que por esta razón llega a creer en Cristo y a gozar de nueva vida, en gratitud y con energía va a obrar la voluntad de Dios.
Quinta objeción
La elección hace que la predicación del evangelio a toda criatura sea deshonesta. ¿Para qué predicar a todos si Dios no ha elegido a todos?
Pero Hch. 17:30,31 deja muy claro que la predicación no es sólo una invitación sino un imperativo. Dios, por medio de la predicación declara cuál es el deber del hombre. Que él en sí no sea capaz de responder, no cambia el deber. Dios no rebaja sus exigencias al nivel de la capacidad del ser humano caído y muerto en delitos y pecados, sino que exige que todos se arrepientan. Exige esto porque así es el deber del hombre. Dios invita sinceramente a todos a volverse. El hecho de no hacerlo se debe a la obstinación humana. Dios no es el responsable de su dureza de corazón. Dios no ha elegido a todos, pero la razón porqué muchos no aceptan la invitación a creer en Cristo no es el hecho de no ser elegidos, sino el hecho de ser malos. Nuevamente, tenemos que dejar que la Biblia informe y forme nuestra manera de enfocar estos temas tan difíciles.
Sexta objeción
La elección corta el celo evangelístico. ¿Para qué afanarnos por evangelizar si al fin y al cabo Dios de todas maneras va a salvar a los elegidos?
En mucho ya he respondido esta objeción. Dios ha decretado salvar a los elegidos por medio de la predicación, 1 Co. 1:21; Ro. 10:14-17. Dios ha mandado a su pueblo a anunciar el evangelio a toda criatura. No nos es permitido desobedecer un claro mandamiento sólo porque no entendemos cómo este mandamiento cuadra con la enseñanza con respecto a la elección divina, la cual fue determinada desde antes del fundamento del mundo.
Reconozco que no hemos ido al fondo de todos estos asuntos. Por esto insisto en que cada persona lea el libro de Boettner, el cual recomendé arriba. Tantas veces no recibimos la luz necesaria para disipar las inquietudes, algunas legítimas, porque no leemos lo mucho que ya se ha escrito sobre los temas controvertidos.
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