En el día que temas
El salmista se encontraba intensamente agobiado después de haber sido capturado por los filisteos. Día tras día, sus enemigos acechaban su alma; siguiéndole de cerca y atentamente observando cada uno de sus pasos, planeando contra él toda clase de mal, buscando la oportunidad para combatirlo y, si fuese posible, devorarlo.
En medio de esta circunstancia, David medita:
En el día que temo,
Yo en ti confío.
En Dios alabaré su palabra;
En Dios he confiado, no temeré;
¿Qué puede hacerme el hombre? Sal 56:3-4
El salmista tenía la plena seguridad de que el Señor no era ajeno a sus sufrimientos, pues dice que cada huida y cada lágrima derramada estaban ya registradas en el libro de Dios (Sal 56:8). Nada ha escapado ni escapará jamás del control de Dios, a Él nada le toma por sorpresa, ni siquiera nuestras imprevistas tribulaciones, y puedes tener la plena confianza de que en medio de tu dolor, cualquiera que este sea, tú jamás estarás solo, si estás plantado en Cristo. Ninguna lágrima tuya, ni aún aquella íntima y secreta a los ojos de los hombres, resultará oculta o descuidada por el Señor.
Todos nuestros enemigos han sido derrotados para siempre en la Cruz, al punto que sabemos que ni aún la muerte, considerado el último enemigo de todo hombre, tiene ya dominio sobre nosotros, y específicamente sobre ti, redimido del Señor: Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Ro. 8:37
Por tanto, concluye David diciendo:
Te tributaré alabanzas.
Porque has librado mi alma de la muerte,
Y mis pies de caída,
Para que ande delante de Dios
En la luz de los que viven. Sal. 56:12b-13
Amada Iglesia Cristiana Gracia y Amor, no desfallezcas: En el día que temas, en Dios confía.
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