Fuente de consolación
El Salmo 119 es el más extenso de todos los salmos, siendo además, el capítulo más largo de toda la Biblia; en este el autor expresa su intenso y constante amor por la Palabra de Dios.
En este capítulo el Salmista proclama a lo largo de 176 versículos lo que significa para él meditar de día y de noche en la Palabra de Dios; lo que significa para él profundizar en los mandamientos de Dios, en los cuidados presentes de Dios, en sus promesas futuras y en sus milagrosas victorias efectuadas en el pasado para Su Gloria y para el bien de su pueblo.
Y dentro de aquellos muchos frutos que le resultaban de tener intimidad con la Palabra de Dios, el Salmista quiere hacernos ver en estos versículos que hoy cito, que es precisamente esa Palabra la fuente de su consuelo por medio de la cual él era vivificado, aun cuando al parecer, las situaciones a su alrededor eran, bastante adversas.
La Biblia es la voz de Dios, y en ella podemos conocer el carácter Santo, perfecto, todopoderoso e inmutable del Señor. Sería ingenuo confiar en maravillosas promesas si supiéramos que quien se comprometió a cumplirlas fuera absolutamente incapaz de hacerlo ¿No es así? (¡Pensemos en cuántas promesas hemos incumplido nosotros mismos!). Sin embargo, cuando conocemos al Dios de la Biblia, podemos hallar verdadero consuelo, porque podemos descansar en el hecho de que Dios reina, en su incomparable Gloria, y que sus promesas, al pie de la letra se cumplirán, una tras otra, sin faltar ninguna de ellas... podemos descansar cuando de corazón entendemos que debido a que Dios es Dios, sus promesas están seguras, y nosotros en ellas.
Este mundo, mutable y temporal, que históricamente nos ha demostrado no tener ninguna capacidad de prometernos ni cumplirnos nada, es todo lo contrario a la seguridad eterna que podemos hallar en el Dios revelado en las Escrituras, en quien podremos encontrar como bien entona el Salmista: “Vivificación y consuelo en medio de la aflicción”.
¿Has entregado ya tu vida entera como sacrificio vivo a Él?, si así es ven, cree y consuélate en la Palabra del Señor.
Pero si aún no has venido a Él en arrepentimiento y fe para Salvación eterna, entonces, ven, cree y consuélate en la Palabra del Señor.
Ven a Cristo, pues ha dicho Él: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.” Mateo 11:28, pues Él es, precisamente, el Sumo cumplimiento de esa Palabra de Dios de la cual con tanta pasión nos habla el Salmista.
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