“Y él reunió todo el alimento de los siete años de abundancia que hubo en la tierra de Egipto, y guardó alimento en las ciudades, poniendo en cada ciudad el alimento del campo de sus alrededores.” Génesis 41:48 (Foto: Rockin'Rita/Flickr)
Dios había permitido a José interpretar el sueño de Faraón, que representado por vacas y espigas le advertían sobre la inminente hambruna que azotaría durante 7 años a toda la tierra. Al oírlo, Faraón dotó a José de autoridad, por medio de la cual, de manera responsable, José diseñó e implementó una estrategia económica inteligente, la cual logró preservar al pueblo egipcio de la hambruna, y por extensión luego, al pueblo escogido de Dios.
El Señor repetidamente nos guía a confiar en su provisión diaria y a descansar en sus cuidadosos brazos: sin embargo, Dios también nos enseña en muchas porciones de su Palabra acerca de la importancia del ahorro prudente, por tanto debemos entender que ambas enseñanzas no riñen entre si; por un lado el ahorro no es avaricia ni idolatría al dinero, hace parte de aquella mayordomía sabia que debemos ejercer sobre aquello que el Señor nos provee día tras día para nuestro bienestar y para poder tener con que dar a quienes lo necesitan.
Aprendamos de la creación divina, de los osos, ardillas y murciélagos, quienes nos dan clases de economía, algunos de ellos guardando provisiones como preparación para el invierno, y otros ahorrando energía hibernando. Es claro que nosotros no podemos hibernar, pero esa habilidad podría perfectamente equipararse en nuestro caso a la determinación de disminuir en nuestra vida diaria y de manera prudente todo gasto innecesario, aún más en circunstancias tan críticas como la actual.
Tal vez en esta situación haya muchos deleites de los que debamos privarnos, lo cual incluirá muy posiblemente, placeres usuales que ahora no podamos conceder a nuestros hijos. Debemos entender que la posibilidad de criarlos en este contexto extremo de pandemia es una gran oportunidad, para ellos y para nosotros, de aprender a distinguir con una perspectiva cristiana entre lo que es realmente necesario y lo que definitivamente no lo es, mientras de tajo eliminamos de nuestras vidas y familias el pecaminoso desperdicio de alimentos, adoptando una actitud de gratitud hacia Dios por su generosa provisión diaria. Con la ayuda del Señor, es probable que a través de nuestro paso por esta dura situación, finalmente dejemos de gastar nuestro dinero en lo que no es pan y nuestro trabajo en lo que no sacia.
La estrategia de José funcionó, y esto resultó de vital bendición para el pueblo de Israel, más no solo eso, sino que también Dios fue glorificado por Faraón en medio de aquella crítica situación. El Señor nos dé pues esta misma sabiduría y prudencia que dio también a José, para bien de toda la iglesia, y mayormente para que Dios sea glorificado, incluso por el mundo, cuando vean la manera cristiana como administramos nuestros hogares en tiempos de crisis y en tiempos de paz.
- ♦ -