“No confíe el iluso en la vanidad, Porque ella será su recompensa.” Job 15:31 (Foto: Katri Niemi/Flickr)
La palabra vanidad viene del hebreo “Hebel” que significa viento o aliento ¿Has visto cuando en un día muy frío exhalas y ves el vapor que sale de tu boca y que te resulta imposible atrapar debido a que rápidamente se esfuma ante tus ojos sin dejar ningún rastro? Bueno, esa es precisamente la imagen que debemos recordar cada vez que leamos en la Biblia la palabra “vanidad”.
En este versículo Elifaz abre nuestros ojos a una muy importante pero dura realidad: cuando alguien confía en el vapor, al final ese vapor será su única recompensa, y será su única defensa delante del Dios justo en el día del Juicio Final.
Pero hay en este versículo una verdad impactante, y es que aun cuando muchos critican al cristiano de ser un “iluso” por causa de su fe, según Dios es exactamente lo contrario. No hay ninguna ilusión en el cristianismo, sino una consciencia creciente de la realidad presente y eterna.
El Apóstol Juan lo diría así: “Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” 1 Juan 2:17. El mundo y sus deseos son pues como el vapor que sale de tu boca en invierno, ¿confiarías tu vida presente y eterna a ese vapor?
Pienso que no y te invito a que no lo hagas.
Tú permanecerás más allá de la muerte, siempre y cuando tu confianza esté firmemente fundada, no en la vanidad de este mundo, sino en la Roca indestructible que venció a la muerte y que está sentada en Gloria a la diestra de Dios Padre, y esa Roca es Cristo.
En conclusión, si pudiéramos parafrasear de un modo contrario a Elifaz, podríamos decir: “Confíe el hombre sabio en la Roca, porque Ella será su recompensa.” Si estamos en Cristo, con pandemia o sin ella, tengamos consuelo, pues aun cuando el mundo y sus deseos pasen (como de hecho lo harán) nosotros permaneceremos, porque Cristo por siempre permanecerá.
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