“Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después.” Juan 13:7 (Foto: Neil Moralee/Flickr)
Para poder realizarme la cirugía de miopía, que en mi caso era bastante elevada, debía cumplir con el requisito de dejar de usar mis lentes de contacto varios días antes del procedimiento, pero, para hacer las cosas un poco más difíciles, no contaba por aquellos días con unas gafas que pudieran ayudarme por ese tiempo. Esta situación me obligó a tener que salir, con mis ojos altamente miopes a enfrentar el mundo, viendo tan solo con nitidez lo que tenía justo en frente de mi nariz, y dejando de ver todo el resto del panorama localizado más allá de un metro y medio de distancia. Recuerdo mucho que tenía temor incluso de no poder reconocer el rostro de las personas que me encontraría en el camino, por lo que es muy probable que en aquellos días haya pasado por orgulloso al transitar cerca de conocidos, sin saludarlos.
De algún modo, nuestra vista espiritual podría ser miope, pues debido a nuestro pecado y a nuestras marcadas limitaciones tendemos a juzgar todo, incluso el amor de Dios, basados tan solo en las circunstancias que tenemos justo en frente de nuestra nariz, desconociendo así el magnífico panorama completo del cuadro diseñado por Dios para Su Gloria y nuestro bien. Y, basados en nuestra incomprensión de los sucesos y en la manera como estos pudieran conducir a un fin bueno para nosotros, pecamos, dejándonos llevar muchas veces por la queja, la murmuración o la duda.
El Apóstol Pedro, en este pasaje, se encontraba resistiendo al hecho de que el Señor Jesús le lavara los pies, porque en su limitada condición humana, no podía entender el “por qué” de esta acción, y mucho menos ver el “para qué” de la misma dentro del infinito cuadro del decreto Divino.
Hay muchas cosas que pueden estar ocurriendo hoy que seguramente no entiendes, o cosas que ocurrieron en tu pasado, pero de lo que puedes estar seguro es que el propósito de Dios siempre es bueno, y que aun cuando no lo entiendas ahora, con toda seguridad lo entenderás después. Y ese “después” puede estar situado más adelante en esta vida terrenal, pero también pudiera localizarse posterior a ella, una vez estemos con el Señor en gloria, momento en el cual toda la obra Divina será revelada ante nuestros ojos sin ningún tipo de velo, porque como dice 1 Corintios 13:12a “Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara.”
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