“Hay un mal que he visto debajo del cielo, y muy común entre los hombres: El del hombre a quien Dios da riquezas y bienes y honra, y nada le falta de todo lo que su alma desea; pero Dios no le da facultad de disfrutar de ello, sino que lo disfrutan los extraños. Esto es vanidad, y mal doloroso.”
Eclesiastés 6:1-2 (Foto: liz west/Flickr)
El libro de Eclesiastés ha sido catalogado muchas veces como un libro triste, pesimista, melancólico y crudo, por cuanto lo consideran un texto en el que el autor basa todas sus observaciones en el sinsentido que le inspira el ciclo de la naturaleza y de la vida humana, en el cual un hombre simplemente nace para crecer, para trabajar por muchos años, y luego envejecer y morir, irremediablemente.
No critico a quienes catalogan este libro inspirado por el Espíritu Santo, como un libro en su mayoría falto de gozo; eso es parcialmente cierto: el libro de Eclesiastés es un texto que casi en todas sus líneas nos relata cómo es la vida de un hombre sin Dios en el corazón.
En el versículo de hoy, que nos describe un mal “muy común entre los hombres”, narra el caso de un hombre que ha recibido una gran cantidad de honra y bienes materiales, “todo lo que su alma desea”, pero a quien Dios no le ha dado la capacidad para disfrutar de ello, ¿puedes imaginarlo? ¿Tenerlo todo, desear y alcanzar, y al final sentirte igual de insatisfecho siempre, para luego morir cediendo todas tus posesiones para el deleite de extraños?
La satisfacción, la alegría y el disfrute, son bendiciones del Señor, intangibles, sí, pero regalos que solo provienen de un Dios que, con manos llenas de estas cualidades, reparte de manera amplia su bien, permitiendo por medio de su Santo Espíritu, que un creyente pueda experimentar la plenitud y la paz incluso a pesar de las carencias materiales.
Así pues, en contraposición con este sombrío versículo de Eclesiastés, podemos encontrar el ejemplo de un hombre que estando encarcelado por causa de su fe, con un corazón lleno del Señor Jesús, escribió: “Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” Filipenses 4:12-13
Nuestra única fuente para hallar plenitud de gozo en esta vida y en la otra, es el Señor.
¡Shalom!
¿Te encuentras hoy plenamente gozoso y satisfecho en Él?
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