“Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche,
Mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios?”
Salmos 42:3 (Foto: wiki commons)
Muchas personas que se declaran ateas, suelen decir algo como: “Si Dios existe, entonces ¿por qué hay tantos robos, violencia, hambre, corrupción, injusticia, muerte y enfermedad? ¿Dónde está Dios? ¿Dónde está tu Dios?”; esta es una excelente pregunta, porque sin duda vivimos en un mundo que sufre de todaworlds estas terribles dolencias, segundo a segundo.
Podemos empezar diciendo que este mundo, así como lo conocemos hoy, no fue el mundo que Dios formó en Génesis. En ese mundo recién creado todo era “bueno en gran manera” (Génesis 1:31), y así lo fue, hasta que Adán pecó contra Dios, condenando así a la creación entera a muerte y maldición.
A partir de allí, Adán, y toda su descendencia hasta nosotros hoy, ha luchado contra Dios, buscando derrocarlo de toda esfera de su vida, por lo que no es difícil ver en nuestros días que el hombre haya invertido una enorme cantidad de esfuerzos, tiempo y dinero en querer “eliminar” a Dios y a Su Palabra de colegios, universidades, de sus leyes, de las diversiones, del matrimonio, de su sexualidad, reproducción, de su manera de vestir, de los hospitales, de la ciencia e incluso (paradójicamente), de su religión; todo lo anterior en el “nombre de la libertad”, resultando llamativo que en las cárceles la Biblia pueda llegar a ser hoy un texto ampliamente bienvenido.
Cuando un ateo pregunta: “¿dónde está Dios, si las cosas en el mundo están tan mal?” La respuesta es que precisamente Dios le ha permitido al hombre ver cómo es un mundo donde Él no está,... y ¡Cuidado! porque no es que Dios esté ausente, ni que haya perdido el control, pues Él existe y gobierna por Sí mismo, sin necesidad de nuestra fe en Él para poder hacerlo; pero como el hombre ha insistido tanto, por siglos y siglos, en su “derecho” a seguir su propia voluntad y a dar la espalda a Dios. Él ha dejado al hombre hacer lo que está en su corazón, y para su propio castigo, le ha soltado la rienda para permitirle vivir como quiere, pues “Como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen.” (Romanos 1:28). De este modo la humanidad, esclava de su propia libertad, cosecha día tras día los frutos que ha sembrado por miles de años, y en lugar de reflexionar sobre ello, prefiere excusarse del problema tan solo diciendo: “¿Dónde está Dios?”
Este mundo así de malo como es, que nos permite entender lo desastroso que es vivir “como si Dios no estuviera”, es apenas un bocado de lo que es el infierno, lugar en el que definitivamente se podrá experimentar a plenitud lo que es vivir realmente apartado de Dios, encadenado al propio pecado, y al de los demás, por siempre.
¿Dónde está Dios? ¿Dónde está tu Dios? ¡Excelente pregunta! ¿Está acaso morando ya en tu corazón? Y si no es así ¿qué estás esperando? Cree en Cristo, búscalo, arrepiéntete y reconcíliate con Él, para poder empezar a entender lo que es vivir en un mundo donde Dios está en todo (como de hecho lo está), lo cual es apenas un bocado de lo que es el Paraíso, lugar en el que se podrá experimentar a plenitud lo que es vivir en la gloriosa presencia de Dios, libre para siempre del pecado, por siempre y sin marcha atrás.
- ♦ -