“Comerán, pero no se saciarán; fornicarán, mas no se multiplicarán, porque dejaron de servir a Jehová.” Oseas 4:10 (Foto: wiki commons)
El pueblo de Israel sería devastado por causa de su rebeldía, por lo cual, el profeta Oseas les advertía que en el pecado jamás hallarían la satisfacción que éste falsamente les prometía, diciéndoles así: “Comerán, pero no se saciarán; fornicarán, mas no se multiplicarán, porque dejaron de servir a Jehová.” (Oseas 4:10)
El pecado siempre luce atractivo, deseable, fácil y tiene en sí mismo un alto poder para convencernos de que en verdad no es tan malo como dicen, de que es algo legítimo y necesario que incluso merecemos, que sin duda al probarlo hará sentir a nuestro corazón plenamente feliz y satisfecho, y que nada pasará si tan solo tomamos un poquito de él... y así ha sido el pecado siempre, desde que Eva accedió al fruto prohibido en Edén, hasta nosotros, hoy.
El sentido común diría que después de aproximadamente 6000 años de conocer y lidiar contra este argumento, ya el ser humano lo tendría más que superado, pero la verdad es que el hombre de nuestros días, que se considera tan sabio y evolucionado, sigue deseando caer exactamente en el mismo argumento tramposo de la serpiente en Edén; una y otra vez, infinidad de veces, haciendo evidente así que el pecado es efectivamente capaz de llenar el corazón del hombre de una sola cosa: de vacío y más vacío cada vez, sometiendo así al hombre a una incesante búsqueda de una satisfacción progresivamente inalcanzable.
Cuán diferente es el estado del corazón que confía en el Señor, respecto de lo cuál dice el salmista: “Me mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra para siempre.” (Salmos 16:11). Mientras transitamos por este tiempo de prueba, afirmemos nuestros ojos en el Señor, quien es nuestra esperanza cierta, nuestro gozo pleno y deleite, y sirvamos a nuestro Dios en obediencia a Su Palabra, alegrándonos en buscarlo día tras día, porque, como decía Agustín de Hipona “nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón estará inquieto, hasta que descanse en ti.”
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