La Vida Cristiana
Su desarrollo por medio de la Palabra de Dios. Lección 6 de 24
La Biblia: fuente de nuestra fe
La Biblia dice que el justo vivirá por la fe (Romanos 1:17). Por la fe recibimos todas las bendiciones de Dios; además gozamos de la comunión con Cristo. “Sin fe es imposible agradar a Dios.” (Hebreos 11:6). Esta fe de la que hablamos es la fe en Dios y en su Palabra. ¿Cómo podemos aumentar nuestra fe para que amemos más a Dios? Es decir, ¿cómo podemos crecer en la vida cristiana? Romanos 10:17 dice que “la fe es por el oír y el oír por la Palabra de Dios.” Por eso todo cristiano desea crecer y, para hacerlo, dedica tiempo en leer, oír y meditar la Palabra de Dios: la Biblia.
Dios nos habla en la Biblia
Tengamos en cuenta qué es la Biblia: es la Palabra viva de Dios; Dios realmente nos habla por medio de ella. El que lee la Biblia oye la voz de Dios. En la Biblia está todo lo que Dios tiene que decirnos; es la Palabra perfecta, completa, suficiente y clara de Dios (Salmos 19:7-10 y 2 Timoteo 3:15-17); es la Palabra final de Dios (Hebreos 1:1-2 y Hebreos 2:1-3); es la Palabra profética más segura (2 Pedro 1:19).
La Biblia, la voz viva de Dios, nos vivifica; nos hace vivir para que hagamos la voluntad de Dios; nos hace crecer más y más en semejanza a Cristo; nos lleva a amar a Dios y al prójimo; nos fortalece para que dejemos el pecado y para que andemos en lo bueno. ¡Cuán importante es ponerle cuidado a lo que dice la Biblia!
Hay que leerla, y leerla, y leerla...
Todos los días el cristiano debe meditar en la Biblia. Por una parte, debe leer la Biblia de pasta a pasta; debe leerla cuantas veces pueda. Una vez al año no es mucho para los que tienen capacidad para leer. Al leer cuatro páginas de la Biblia cada día, se puede leer el Antiguo Testamento una vez al año y el Nuevo Testamento dos veces. Al leer la Biblia recibimos toda la voluntad de Dios; cada parte nos enseña de una maner particular lo que Dios quiere.
Pero, el cristiano, por otra parte, debe meditar algunas partes más en detalle. Es bueno analizar detenidamente pasajes más cortos día tras día. Quizás podría leer un capítulo cada día. Escojer algún libro como Marcos, o Juan, o Romanos, o 1 de Juan, etc. Lea cada día un capítulo. Si no es capaz de leer tanto, lea una parte del capítulo. Lea con cuidado, con reverencia y con inteligencia. ¡Analice! Lea más de una vez si puede. Busque entender cuál es la idea principal del pasaje. Tome nota de otras enseñanzas que le impresionan. Para entender aun mejor lo que lee, hágase estas preguntas:
1. ¿Hay una promesa que debo reclamar?
2. ¿Hay algún pecado que debo confesar o evitar?
3. ¿Hay algún mandamiento que debo obedecer?
4. ¿Hay un ejemplo que debo seguir o no seguir?
5. ¿Hay un error que debo evitar o abandonar?
6. ¿Hay alguna enseñanza sobre Dios o Cristo o el Espíritu Santo?
7. ¿Qué me enseña sobre la salvación de Dios?
Después de meditar el pasaje o mientras esté meditándolo, hágase esta pregunta: ¿qué voy a hacer hoy para vivir más de acuerdo con lo que la Biblia aquí me dice? Pida a Dios en oración que le ayude a lograrlo.
Preguntas de repaso:
1. ¿Cómo puede uno crecer en la fe?
2. ¿Por qué será que en la meditación de la Biblia recibimos vida?
3. ¿Cuál es el valor de leer toda la Biblia con frecuencia?
4. ¿De qué manera debe el cristiano leer la Biblia?
5. ¿Cuáles preguntas puede uno hacerse para sacar más provecho de la lectura?
6. ¿Cuál es la pregunta que uno debe hacerse mientras esté meditando en la Biblia?
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