Arrepentirse es reconocer la maldad y la corrupción interior del corazón propio. Esa corrupción es la transgresión voluntaria de la ley de Dios, y ha resultado de una rebelión deliberada, no solo nuestra sino de todo hombre, contra la autoridad de Dios.
El arrepentimiento es un cambio de pensamiento, y va acompañado de una tristeza por los pecados y es demostrado por el abandono de dichos pecados. Para arrepentirse usted debe darle la espalda a todo aquello que sabe que es pecado y que es contrario a la Palabra de Dios y volverse a Él, (Ezequiel 14:6; 18:23; Hechos 26:20. 2 Corintios 7:10-11. 1 Tesalonicenses 1:9).
Aunque personalmente cada uno de nosotros debemos arrepentirnos, o si no pereceremos, no nos podemos arrepentir sin la obra del Espíritu Santo, (Lucas 13:3, 5; Hechos 3:26; 5:31; 11:18. 2 Timoteo 2:25-26, Juan 16:8-9). El arrepentimiento es un regalo de Dios.
Preguntas de reflexión:
1. ¿A qué invita Dios a los pecadores? (Isaías 55:7)
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2. De acuerdo con 1 Tesalonicenses 1:9, ¿qué incluye el arrepentimiento?
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3. Lea Mateo 21:28-32, ¿cuál de los dos hijos manifestó una sumisión a su padre?
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4. Según Mateo 21:28-32, ¿qué marcó la diferencia entre el primer hijo y el segundo hijo?
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5. Del ejemplo en Mateo 21:28-32, ¿qué podemos aprender del arrepentimiento?
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6. ¿Quién otorga el arrepentimiento? (Hechos 5:31; 11:18; Romanos 2:4. 2 Timoteo 2:24-25)
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7. ¿A qué y a quiénes llama Dios? (Hechos 17:30)
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Arrepentirse no es limpiar la vida mediante el abandono de algunos pecados. El pecador arrepentido odia todo pecado (especialmente el suyo propio), incluyendo los pecados que amó anteriormente, de modo que le da la espalda y se encamina completamente a Dios, para amarle y servirle siempre. El arrepentimiento demanda un cambio radical en la mente, los afectos y la conducta.
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Versión para tomar notas, en pdf (2 páginas)