El reino de Dios fue revelado en misterios, algunos de ellos explicados mediante parábolas, muy simples y cortas. Hoy se tratan dos parábolas: la de la semilla de mostaza y la de la levadura. Nuestro Señor Jesucristo las pronunció justo después de sanar a una mujer, enferma por 18 años.
La semilla es algo que parece perdido dentro del campo donde se sembró, así como lo imperceptible del milagro que había acabado de ocurrir. El reino de Dios comenzó muy pequeño, pero por su poder expansivo, representando el crecimiento de la iglesia, se asemeja a un árbol.
El símbolo de la levadura, de otra parte, representa algo igualmente pequeño e imperceptible, que a su tiempo termina por hacer su trabajo completo. El reino de Dios no comienza con un despliegue majestuoso, sino muy sutilmente. Estas dos verdades sirven de ánimo para el creyente.