Las cosas invisibles de lo que creemos, como la sana doctrina y la buena enseñanza, se manifiestan en un comportamiento debido. Esto es el resultado de una disposición interna, la cual gobierna la conducta y corresponde a lo que creemos. La vida cristiana es una vida considerada, examinada y de prudencia. Esta es una virtud básica y fundamental que nos hace cumplir las normas de forma trascendental.