“¿No pecó por esto Salomón, rey de Israel? Bien que en muchas naciones no hubo rey como él, que era amado de su Dios, y Dios lo había puesto por rey sobre todo Israel, aun a él le hicieron pecar las mujeres extranjeras.” Nehemías 13:26
Dios prohibió rotundamente a Israel hacer yugo desigual con pueblos que no conocían al Señor, porque esto sería su destrucción. Desde el punto de vista espiritual sería similar al efecto de uno de los castigos romanos. Ellos amarraban el cuerpo muerto al cuerpo de su homicida, para que al descomponerse el cadáver fuese matando al reo. Israel no hizo caso y por ello llegó a estados de perversión peores que los de Sodoma y Gomorra, atrayendo sobre sí horrendos castigos y casi su destrucción. Dios ordena a los que han nacido de nuevo, a los que han sido lavados por la sangre de Cristo, a los que han sido sacados del camino ancho y colocado en el estrecho a no unirse en yugo desigual con los que aún están en el mundo, con los que aún están muertos en sus delitos y pecados, para que su descomposición espiritual no les corrompa, trayendo sobre sí dolores indecibles, inimaginables.
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