La oración - 1
Pastor Augusto Ramírez, 12 de abril de 2015
Orar no es fácil, pero siendo cristianos es indispensable aprovechar semejante privilegio como el de dirigirnos al Señor, directamente. Es notorio que eso no era claro para los fariseos, en la época de Jesús, porque ellos amaban el ser vistos por otros y además usaban repeticiones, cosas tristemente copiadas de los paganos.
En este sermón se verán algunas de las cosas que no definen si una oración es buena o no, como la postura; esto, porque la Biblia presenta infinidad de casos; al igual que el lugar en que se hace, son muchos los sitios que se citan; también el si es pública o privada, y por último su duración. Lo que sí distingue es la intención del corazón.
En particular, se analiza cuáles son los problemas que denuncia Jesús con la oración de los fariseos. En primera instancia está el centrarse en ellos mismos, es decir, el egoismo. El segundo problema son la vanas repeticiones. Si bien parecieran ser problemas de ese entonces, se verá que hoy podemos caer fácilmente en lo mismo.
Pasaje central: Mateo 6:5-13 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
5 Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. 6 Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. 7 Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. 8 No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis. 9 Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. 10 Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. 11 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. 12 Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. 13 Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.