Pastor Joel Zartman, 22 de mayo de 2011
Por medio de su espíritu, en Pentecostés, Dios comienza a dar solución al orgullo de Babel. Ahora se pueden entender y con la iglesia recoge para sí, de todas las tribus, lenguas y naciones, un pueblo sobre los cuales pone el gran nombre de su hijo, para darles una ciudad que viene del cielo.